El debate sobre la
integración regional de Uruguay es parte relevante en una reflexión más
amplia y profunda acerca de la agenda del desarrollo sustentable y con
justicia social para nuestro país. Tal como lo expresa el programa de
gobierno del Frente Amplio, “la inserción del Uruguay en el Mundo será impulsada desde la plataforma Mercosur”. En
ese sentido,el Mercosur está planteado como proceso de integración
regional prioritario para Uruguay, en el cual se encuentra inmerso junto
a socios comerciales relevantes como Brasil, Venezuela y Argentina.
Desde el punto de
vista comercial, los últimos años han sido testigos de la mayor
ampliación en la historia de mercados hacia los cuales Uruguay exporta
bienes y trabajo. Y algo similar puede decirse sobre los niveles de
captación de Inversión Extranjera Directa registrados en este período.
En 2014 se volvió a superar el record de exportaciones, tanto si se
incluyen o no las ventas realizadas hacia las Zonas Francas.
Sin dudas que los
procesos de integración regional en los cuales Uruguay participa son
perfectibles y deben ser re-adecuados a un contexto nuevo desde el punto
de vista geopolítico, comercial y económico. Sobre todo el Mercosur,
como plataforma del relacionamiento e inserción internacional de nuestro
país. Pero no perdamos de vista que el Mercosur como enfoque, viene
siendo el mejor arreglo institucional que tenemos para el
relacionamiento con la región en general y con Argentina y Brasil en
particular. Los países no se mudan de vecindario.
Antes de plantear
cualquier reacomodo es necesario conocer y estudiar a fondo el contexto
en el cual nos movemos. De los 6 principales socios comerciales de
Uruguay, tres están en el Mercosur. El Mercosur tiene una extensión
territorial cercana a los 13 millones Km2 y alberga casi el
70% de la población sudamericana, con más de 275 millones de habitantes.
Se extiende desde el Caribe hasta el Atlántico Sur. En materia
económica se constituye como el cuarto bloque mundial en importancia y
volumen de negocios. Es considerado por los organismos internacionales
como una potencia económica cuyo PBI representa más del 80% del total de
la producción de Sudamérica, situado en más de 4,50 billones de
dólares, cifra que como bloque lo ubica como la quinta economía a nivel
mundial. Sin duda, es el principal bloque económico mundial en materia
de producción de alimentos.
La apuesta a la
integración regional como eje de la inserción internacional del país no
se restringe únicamente a la evolución del comercio exterior, por más
que esta sea una variable de extrema relevancia. Es importante reconocer
que el Mercosur se encuentra inmerso en un proceso de readecuación, con
ingresos de nuevos miembros, con disposiciones que procuran atenuar las
grandes diferencias de dimensiones económicas y territoriales dentro
del bloque (como el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur -
FOCEM) y con la compleja incorporación de dimensiones más profundas de
integración en la institucionalidad regional (Parlamento del Mercosur,
Instituto Social del Mercosur, etc.).
Los avances pendientes no solamente están supeditados a discusiones y
acuerdos a nivel regional. Por el contrario, los principales ejes de
discusión a resolver se encuentran a nivel interno, de cada país, en
función de las condiciones específicas que cada sociedad tiene en sus
sectores económicos y políticos. Entendemos que aún está
pendiente una comprensión cabal de la etapa de la integración
sudamericana, en el marco de debates amplios con la diversidad de
actores sociales en nuestros países. Es necesario reconocer que en
muchos casos sobra retórica integracionista y faltan compromisos
concretos de hacer avanzar este planteo estratégico.
En lo que respecta a nuestro propio proceso de discusión, el Congreso
del Frente Amplio debatió y consensuó que la política exterior deberá
“buscar y promover la integración social y económica de los Estados
latinoamericanos”. Además, “la propuesta programática del Frente Amplio
busca desarrollar una política exterior que tenga como objetivo una
proyección internacional del Uruguay priorizando la integración regional
para su inserción en el mundo”.
En ese marco, es
equivocado confrontar a esta visión acordada por el conjunto del FA, la
superación (o la “flexibilización”) del Mercosur por la vía de acuerdos
de libre comercio extra regionales. La realidad es más compleja que
tomar ambos caminos como contrapuestos y excluyentes. Por el contrario,
la superación del estancamiento del proceso de integración regional será
consecuencia de la acción política destinada a consolidar un espacio de
cooperación y convergencia regionales. Solo allí es posible ubicar el “proyecto de desarrollo integral e integrador” que propuso el FA a la ciudadanía que lo acompañó mayoritariamente en las urnas.
Los Tratados de
Libre Comercio no son ninguna panacea, y suponen en múltiples casos,
riesgos para sectores sensibles de nuestra economía. Tener un TLC con
otro país no supone tener acceso inmediato y libre para la colocación de
nuestros productos. Si se toma como ejemplo el Tratado de Libre
Comercio que Uruguay tiene con México, las negociaciones para ingresar
carne ovina sin hueso duraron más de dos años y se concretó la primera
venta en junio de 2013 (el TLC está vigente desde julio de 2004).
Según el Informe de Uruguay XXI sobre México (julio 2014), “Las
exportaciones se concentran principalmente en quesos, maderas, arroz y
cueros. Las importaciones se concentran en manufacturas con alto valor
agregado”. México es hoy destino de un 3% de nuestras
exportaciones. Se puede decir que actualmente, tras la pronunciada baja
del comercio con Argentina, destino de un 4% de nuestras exportaciones,
ambos mercados son similares para la economía uruguaya, pero no es así. A
Argentina, Uruguay le exporta productos con valor agregado, mientras
que a México le exporta productos primarios o manufacturados con poco
valor agregado. El saldo comercial para Uruguay es negativo (importamos
más de lo que vendemos) pero además “las importaciones han
incrementado en un 32% interanual al comparar 2013 con 2009, mientras
que las exportaciones aumentaron un 2% en estos mismos años”.
Por otra parte, las
inversiones mexicanas en Uruguay no presentaron un aumento significativo
luego de la firma del TLC, y son marginales en el conjunto de la IED
recibida por nuestro país. En cambio, las inversiones argentinas en
nuestro país son muy importantes, en los rubros agroindustriales
principalmente.
Para un país con las
dimensiones económicas de Uruguay, claro que no es para desdeñar, pero
claramente tampoco fue una solución a todos nuestros desafíos.
Finalmente, este fue un Tratado que se firmó con el acuerdo de los demás
países del Mercosur. En conclusión, la importancia de lograr acuerdos
comerciales radica en poder utilizar la plataforma regional para
negociar en bloque, con las potencialidades arriba reseñadas. Sostenemos
que en esta etapa, los problemas de la integración se resuelven con más
integración. Entre los desafíos a resolver está la agenda externa del
Mercosur, en cuanto a negociaciones con otros bloques. Se puede avanzar
en las negociaciones con la Unión Europea, siempre y cuando no sea a
cambio de hipotecar posibilidades de desarrollo o de ceder soberanía.
Otra opción es analizar es un acuerdo comercial Mercosur-BRICS, dado que
ya China es nuestro principal socio comercial, y existen buenas bases
de negocios con Rusia e India. Este tema puede ser abordado en una
próxima columna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario