Y ya que mencionamos al "medio pelo" este chascarrillo de Pagni me hizo recordar un fragmento releído recientemente de un texto que no pierde vigencia escrito por Don Arturo Jauretche: El medio pelo en la sociedad argentina.
Allí Don Arturo afirmaba:
Cierto es que el peronismo cometió indiscutibles torpezas en sus
relaciones con ellas. Por un lado lesionó, más allá de lo que era
inevitable conceptos éticos y estéticos incorporados a las modalidades
adquiridas por las clases medias en su lenta decantación. Por otro las
agobió con una propaganda masiva que si podía ser eficaz respecto de los
trabajadores, era negativa respecto de ellas porque no supo destacar en
qué medida eran beneficiarias del proceso que se estaba cumpliendo,
como compensación de las lesiones que suponía. No supo tampoco
comprender el individualismo de esas clases constituidas por sujetos
celosos de su ego, proponiéndoles una estructura política burocrática,
organizada verticalmente de arriba a abajo y en la que la personalidad
de los militantes no contaba; así se convirtió la doctrina nacional cuya
amplitud permitía la colaboración, o por lo menos el asentimiento desde
el margen del hecho político en una doctrina de partido que exigía la
sumisión ortodoxa y la disciplina de la obediencia más allá del
pensamiento, a la consigna y hasta el slogan.
Esto mucho antes que esos errores culminaran con la pérdida de la
cohesión en las Fuerzas Armadas que a través de episodios adjetivos se
distanciaban de los objetivos nacionales que las habían hecho factores
básicos del proceso, y se permeabilizaban a la penetración de las
propagandas adversarias y extranjeras. Todo esto culminó en el
inexplicable conflicto con la Iglesia que terminó por aislar al
movimiento de los trabajadores, de los importantes sectores de clase
media y burguesía que lo habían acompañado.
Es necesario hablar de errores de conducción. Otra cosa, sería si el
propósito deliberado hubiera sido establecer una estructura fundada en
un gobierno clasista. Pero eso no estaba ni estuvo aun después de la
caída, en el ánimo de la conducción que tenía clara conciencia de las
necesidades policlasistas del movimiento nacional que expresaba, y ni
siquiera estaba en los mismos sectores del trabajo que lo acompañaron.
El movimiento era, y no pretendió nunca ser otra cosa, un frente
nacional para la formación de una Argentina moderna retomando el camino
de la Patria Grande y abierto a la coincidencia de todos los grupos
sociales no ligados a la situación de dependencia de la Patria Chica y
sus intereses.
Una vez más, Jauretche es mucho más lúcido, inteligente y perspicaz que todos los apologistas del peronismo, antiguos y modernos, porque reconoce los brutales errores del peronismo como exigir el luto oficial, la afiliación al partido para ser empleado público, etc. Esta visión deja de estigmatizar a las clases medias como racistas para entender su oposición legítima -en estos aspectos- al peronismo.
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