La expropiación del 51 por ciento de las acciones de la petrolera nacional YPF en manos de la española Repsol pasa a integrar el podio de las principales iniciativas de reparación de los efectos devastadores de la reestructuración neoliberal de los noventa.
La primera fue la renegociación de la deuda en cesación de pagos con quita de capital, fuerte reducción de la tasa de interés y extensión del plazo de los vencimientos y el pago del total de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Se comenzó así a recuperar la soberanía en materia económica al ganar márgenes de autonomía de la política económica.
La segunda fue poner fin al negocio especulativo de bancos y compañías de seguros con el dinero de los aportes previsionales de los trabajadores a través de las AFJP. Se reconquistó de ese modo la soberanía fiscal y financiera del Estado vinculada con la seguridad previsional de trabajadores y jubilados y con la cobertura social de los sectores más vulnerables.
Ahora se anunció que termina la historia de los españoles de Repsol en YPF luego de casi catorce años de predación de recursos naturales estratégicos no renovables. La expropiación de acciones junto a la declaración de interés público nacional de la producción de hidrocarburos inicia el tránsito empinado de restaurar la soberanía energética.
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