Quedar en medio de dos gobiernos fundamentalistas y con fuerte impronta
religiosa es una calamidad para cualquier estado democrático. El
gobierno de Israel ya pronunció el veredicto de culpabilidad de Irán y
no desea negociación ni juicio, sino ejecución de la sentencia, que no
es jurídica sino política. Así lo dijo el viernes el columnista del
diario Haaretz Anshel Pfeffer, en una diatriba titulada “La traición de
Timerman”: “Mientras ninguno de los autores ha sido y probablemente
nunca será llevado a la Justicia, el cerebro del atentado, el jefe de
operaciones de Hezbolá, Imad Mughniyeh, fue asesinado hace ahora cinco
años por un coche bomba en Damasco, que, según creencia generalizada,
fue operado por Israel. Dura justicia, sin duda, pero hasta ahora la
única que han visto en 19 años los familiares de las 85 víctimas en el
atentado”.
(...)
Ni Israel, ni Estados Unidos, ni el fiscal Nisman fomentan el acuerdo,
por más que en público el fiscal diga que acompañará la nueva etapa.
Luego de varios viajes a Israel y a Estados Unidos y de varios años de
trabajo conjunto con funcionarios de la Secretaría de Inteligencia
interesados en la cooperación con aquellos países en cuestiones de
Inteligencia y seguridad, se ha vuelto muy sensible a la trama
internacional. Desde que se conoció el Memorándum mostró una
extraordinaria actividad, presionando a miembros de la DAIA y la AMIA.
Esto provocó un incidente con uno de ellos, que fue directivo de una de
las entidades y aspira a serlo nuevamente, pero no comparte la política
fundamentalista del bloque religioso en el que los rabinos Samuel Levin y
Sergio Bergman respaldan al actual presidente de la AMIA, Guillermo
Borger. La vinculación que hizo Borger del Entendimiento con un posible
tercer atentado coincide con la política del miedo que los partidos de
la derecha gobernante emplean en Israel para desalentar cualquier
negociación de paz. Nisman mantiene un vínculo muy estrecho con el
gobierno de los Estados Unidos, del que quedó constancia en varios
despachos de su embajada en Buenos Aires. Algunos fueron publicados por
el diario español El País y el resto incluidos por el periodista
argentino Santiago O’Donnell en su libro Argenleaks.
(...)
El mismo día de la llegada de Pistole (subdirector del FBI), Nisman anunció que pediría la
detención del ex presidente Carlos Menem, su secretario de Inteligencia
Hugo Anzorregui, el ex juez Juan José Galeano y el comisario Fino
Palacios, por obstaculizar la investigación de la pista siria en la
autoría del atentado. Luego se excusó con el embajador Wayne por no
haberle avisado antes. Clarín tituló cuando se conoció ese despacho:
“Insólito pedido de disculpas de un fiscal a Estados Unidos”. Wayne
comunicó su extrañeza al Departamento de Estado porque pocos días antes
el representante del FBI en la embajada, William Godoy, le había
recomendado a Nisman que se concentrara en los autores del atentado y no
en los errores de la investigación anterior. Es decir, en los iraníes y
no en la pista siria.
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