A raíz del debate sobre la validez o no de las negociaciones con el gobierno de Irán por el atentado a la AMIA, veníamos pensando sobre el paralelo de las negociaciones británicas con las autoridades libias por el atentado de Lockerbie en 1988, que derivó en el encarcelamiento de Abdelbaset Ali Mohmed Al Megrahi, agente de la inteligencia libia y jefe de seguridad de las Aerolíneas Árabes Libias.
Megrahi fue sentenciado a cadena perpetua en 2001 por un tribunal escocés especial con sede en Holanda.
Ayer, en Argentina, se escuchó decir que no se debía negociar con una dictadura ya que Francia nunca habría negociado con los militares argentinos por las monjas desaparecidas, con lo que habría que postergar los contactos hasta una vez que Irán recupere la democracia. Claro que para ello hay fecha incierta.
Desde La Bengala... suponemos que el gobierno británico del mimado Tony Blair no admiraba las virtudes demoliberales del líder libio Muammar Gaddafi. O eso creemos...
Curiosa entonces resulta la postura de la senadora opositora María Eugenia Estenssoro, no tanto por ser una de las tantas que replica como lorito la línea editorial de La Nación al respecto, sino porque al analizar las negociaciones de Lockerbie reproduce la siguiente postura:
"Afortunadamente, la justicia alcanzó a Gadafi 24 años después. Fue derrocado y asesinado en septiembre de 2011."
Vaya concepto de justicia. Por eso aplaudimos la respuesta de nuestro canciller a su par israelí, cuando le planteó si la alternativa a las negociaciones con Irán era el secuestro de los sospechosos o su eliminación con atentados en territorios extanjeros.
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