domingo, 14 de junio de 2015

Uruguay: otra mirada desde el FA sobre el Mercosur y los tratados de libre comercio

Opinión del diputado por el MPP Daniel Caggiani


El debate sobre la integración regional de Uruguay es parte relevante en una reflexión más amplia y profunda acerca de la agenda del desarrollo sustentable y con justicia social para nuestro país. Tal como lo expresa el programa de gobierno del Frente Amplio, “la inserción del Uruguay en el Mundo será impulsada desde la plataforma Mercosur”. En ese sentido,el Mercosur está planteado como proceso de integración regional prioritario para Uruguay, en el cual se encuentra inmerso junto a socios comerciales relevantes como Brasil, Venezuela y Argentina.
Desde el punto de vista comercial, los últimos años han sido testigos de la mayor ampliación en la historia de mercados hacia los cuales Uruguay exporta bienes y trabajo. Y algo similar puede decirse sobre los niveles de captación de Inversión Extranjera Directa registrados en este período. En 2014 se volvió a superar el record de exportaciones, tanto si se incluyen o no las ventas realizadas hacia las Zonas Francas.
Sin dudas que los procesos de integración regional en los cuales Uruguay participa son perfectibles y deben ser re-adecuados a un contexto nuevo desde el punto de vista geopolítico, comercial y económico. Sobre todo el Mercosur, como plataforma del relacionamiento e inserción internacional de nuestro país. Pero no perdamos de vista que el Mercosur como enfoque, viene siendo el mejor arreglo institucional que tenemos para el relacionamiento con la región en general y con Argentina y Brasil en particular. Los países no se mudan de vecindario.
Antes de plantear cualquier reacomodo es necesario conocer y estudiar a fondo el contexto en el cual nos movemos. De los 6 principales socios comerciales de Uruguay, tres están en el Mercosur. El Mercosur tiene una extensión territorial cercana a los 13 millones Km2 y alberga casi el 70% de la población sudamericana, con más de 275 millones de habitantes. Se extiende desde el Caribe hasta el Atlántico Sur. En materia económica se constituye como el cuarto bloque mundial en importancia y volumen de negocios. Es considerado por los organismos internacionales como una potencia económica cuyo PBI representa más del 80% del total de la producción de Sudamérica, situado en más de 4,50 billones de dólares, cifra que como bloque lo ubica como la quinta economía a nivel mundial. Sin duda, es el principal bloque económico mundial en materia de producción de alimentos.
La apuesta a la integración regional como eje de la inserción internacional del país no se restringe únicamente a la evolución del comercio exterior, por más que esta sea una variable de extrema relevancia. Es importante reconocer que el Mercosur se encuentra inmerso en un proceso de readecuación, con ingresos de nuevos miembros, con disposiciones que procuran atenuar las grandes diferencias de dimensiones económicas y territoriales dentro del bloque (como el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur - FOCEM) y con la compleja incorporación de dimensiones más profundas de integración en la institucionalidad regional (Parlamento del Mercosur, Instituto Social del Mercosur, etc.). Los avances pendientes no solamente están supeditados a discusiones y acuerdos a nivel regional. Por el contrario, los principales ejes de discusión a resolver se encuentran a nivel interno, de cada país, en función de las condiciones específicas que cada sociedad tiene en sus sectores económicos y políticos. Entendemos que aún está pendiente una comprensión cabal de la etapa de la integración sudamericana, en el marco de debates amplios con la diversidad de actores sociales en nuestros países. Es necesario reconocer que en muchos casos sobra retórica integracionista y faltan compromisos concretos de hacer avanzar este planteo estratégico.
En lo que respecta a nuestro propio proceso de discusión, el Congreso del Frente Amplio debatió y consensuó que la política exterior deberá “buscar y promover la integración social y económica de los Estados latinoamericanos”. Además, “la propuesta programática del Frente Amplio busca desarrollar una política exterior que tenga como objetivo una proyección internacional del Uruguay priorizando la integración regional para su inserción en el mundo”.
En ese marco, es equivocado confrontar a esta visión acordada por el conjunto del FA, la superación (o la “flexibilización”) del Mercosur por la vía de acuerdos de libre comercio extra regionales. La realidad es más compleja que tomar ambos caminos como contrapuestos y excluyentes. Por el contrario, la superación del estancamiento del proceso de integración regional será consecuencia de la acción política destinada a consolidar un espacio de cooperación y convergencia regionales. Solo allí es posible ubicar el “proyecto de desarrollo integral e integrador” que propuso el FA a la ciudadanía que lo acompañó mayoritariamente en las urnas.
Los Tratados de Libre Comercio no son ninguna panacea, y suponen en múltiples casos, riesgos para sectores sensibles de nuestra economía. Tener un TLC con otro país no supone tener acceso inmediato y libre para la colocación de nuestros productos. Si se toma como ejemplo el Tratado de Libre Comercio que Uruguay tiene con México, las negociaciones para ingresar carne ovina sin hueso duraron más de dos años y se concretó la primera venta en junio de 2013 (el TLC está vigente desde julio de 2004).
Según el Informe de Uruguay XXI sobre México (julio 2014), “Las exportaciones se concentran principalmente en quesos, maderas, arroz y cueros. Las importaciones se concentran en manufacturas con alto valor agregado”. México es hoy destino de un 3% de nuestras exportaciones. Se puede decir que actualmente, tras la pronunciada baja del comercio con Argentina, destino de un 4% de nuestras exportaciones, ambos mercados son similares para la economía uruguaya, pero no es así. A Argentina, Uruguay le exporta productos con valor agregado, mientras que a México le exporta productos primarios o manufacturados con poco valor agregado. El saldo comercial para Uruguay es negativo (importamos más de lo que vendemos) pero además “las importaciones han incrementado en un 32% interanual al comparar 2013 con 2009, mientras que las exportaciones aumentaron un 2% en estos mismos años”.
Por otra parte, las inversiones mexicanas en Uruguay no presentaron un aumento significativo luego de la firma del TLC, y son marginales en el conjunto de la IED recibida por nuestro país. En cambio, las inversiones argentinas en nuestro país son muy importantes, en los rubros agroindustriales principalmente.
Para un país con las dimensiones económicas de Uruguay, claro que no es para desdeñar, pero claramente tampoco fue una solución a todos nuestros desafíos. Finalmente, este fue un Tratado que se firmó con el acuerdo de los demás países del Mercosur. En conclusión, la importancia de lograr acuerdos comerciales radica en poder utilizar la plataforma regional para negociar en bloque, con las potencialidades arriba reseñadas. Sostenemos que en esta etapa, los problemas de la integración se resuelven con más integración. Entre los desafíos a resolver está la agenda externa del Mercosur, en cuanto a negociaciones con otros bloques. Se puede avanzar en las negociaciones con la Unión Europea, siempre y cuando no sea a cambio de hipotecar posibilidades de desarrollo o de ceder soberanía. Otra opción es analizar es un acuerdo comercial Mercosur-BRICS, dado que ya China es nuestro principal socio comercial, y existen buenas bases de negocios con Rusia e India. Este tema puede ser abordado en una próxima columna.


No hay comentarios:

Publicar un comentario