El periodismo político adolece de una distorsión que no existe en otras
ramas, por ejemplo el deportivo o el cultural. Muchos cronistas
políticos repudian su tema de cobertura: desprecian “la política”, acaso
(aunque no solamente) porque jamás la practicaron. Ese desdén no tiene
parangones entre quienes cubren el fútbol, el cine o la producción
literaria. Y distorsiona las miradas: quien aborrece no sabe ver y quien
no sabe ver, no califica para contar.
Mario Wainfeld, periodista de Página/12
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