¡No a la minería. Si a los puestos de mermelada casera al costado de la ruta!
El fundamentalismo ambientalista es casi tan nocivo a un proyecto de desarrollo nacional como el fundamentalismo de un mercado colonizado por las trasnacionales.
Desde que el ser humano se irguió sobre la tierra está generando efectos sobre su entorno. Pero bien vale recordar que el planeta con o sin seres humanos encima está en constante transformación. De hecho, América pudo ser ocupada por el hombre en un momento de retroceso de los glaciares por aumento de la temperatura, cuando la tecnología humana era inapaz de generar tal efecto climatológico.
Hoy el tema son las mineras a cielo abierto, cuando las informaciones señalan que son las explotaciones mineras tradicionales las que han generado más muertes.
Se habla del cianuro. Se grita por el agua. Pero si seguimos buscando información nos encontramos con que el agronegocio es la princial actividad económica con efectos sobre el agua. Según el Ing. Agr. Walter A. Pengue, Director del Posgrado en Economía Ecológica de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA), “la agricultura es una de las principales producciones demandantes de agua (suma alrededor del 70 % en el promedio mundial), siendo el riego una de las actividades que genera preocupación respecto a la disponibilidad e impactos sobre la demanda de agua potable que puede implicar el incremento de las extracciones a través de este hacia las décadas venideras”. Así nos recurda que “todo pasto es agua”, y agrega, “el comercio agrícola mundial puede también ser pensado como una gigantesca transferencia de agua, en forma de materias primas, desde regiones donde se la encuentra en forma relativamente abundante y a bajo costo, hacia otras donde escasea, es cara y su uso compite con otras prioridades”. Si a ello le agregamos el uso creciente de agrotóxicos con sus secuelas de envenenamiento directo sobre las poblaciones fumigadas e indirecto a través de las napas subterráneas, bien podríamos comenzar a gritar NO A LA AGRICULTURA!
Un informe realizado por la Cruz Roja Argentina sobre comunidades Wichí destaca que “el avance de la frontera agropecuaria en el Chaco salteño vino acompañado de una intensa deforestación que arrasó con miles de hectáreas de bosques nativos … Pero esto no es lo único. El incremento del cultivo de la soja es el de la soja transgénica y del uso del glifosato con su secuela de contaminación de suelos y aguas. Esta contaminación recae especialmente sobre los pobladores de la zona más empobrecidos. Se trata de un “cocktail” fatal que cae sobre el Chaco salteño…”.
Si miramos quiénes son los más iracundos voceros políticos y mediáticos de la antiminería encontraremos allí a los grandes defensores de la operación destituyente encabezada por la patronales agropecuarias.
Y que hay con el cianuro? Un informe de la empresa española Firex, especialista en sistemas de protección contra incendios, nos señala que “en la actualidad, se sabe que el cianuro (CN) que se produce por la combustión de los materiales modernos (nylon, poliacrilonitrilo, melamina, madera, poliamida, resinas, poliuretanos, lana, etc.) es uno de los principales responsables de las muertes en los incendios. De hecho, es más probable que el fallecimiento se produzca como consecuencia de la intoxicación que de las quemaduras o politraumatismos. Se trata de la segunda causa de muerte de origen tóxico”.
Además, nos dicen que “desde 1889 el cianuro se utiliza industrialmente y se emplea para producir papel, textiles y plásticos. También está presente en las sustancias químicas que se usan para revelar fotografías y las sales de cianuro sirven en la metalurgia para galvanización, limpieza de metales y la recuperación del oro del resto de material eliminado. El gas de cianuro se emplea para exterminar plagas e insectos en barcos y edificios”.
Y por si quieren más datos “fumar cigarrillos es otra fuente de exposición al cianuro entre personas que no trabajan en industrias que utilizan materiales relacionados con el mismo”.
Así las cosas sumarse al fundamentalismo ambientalista es enredarse en el eterno sueño del regreso al idílico estado de naturaleza. El noble salvaje de Rousseau. Pero, me pregunto yo cuántos de esos manifestantes ambientlistas están dispuestos a volver a la era de andar peludos y en bolas bajo la inseguridad de ser comido por un animal hambriento…
Pero reconozcamos que esta lucha tiene un costado positivo. Por un lado fuerza a las autoridades estatales, tanto nacionales como provinciales, a redoblar esfuerzos para alcanzar niveles efectivos de control a las empresas. Pero también, y no por último menos importante, debatir el modelo minero dominado por empresas trasnacionales con poco valor agregado producido en el país.
Creemos que el proyecto kirchnerista no debe estancarse (para que no se pudra) y replantear el rol del estado en las actividades extractivas nos parece necesario, más cuando la presidenta fue lo suficientemente clara al exponer los problemas que genera la masiva importación de combustibles; a lo que se suma a nuestro entender la importancia de incorporar reservas de oro con la materia prima que existe en suelo argentino.
Bienvenido el debate.
Otra vez los mismos argumentos reduccionistas, se intenta convertir a los pobladores de las zonas afectadas en fanáticos ambientalistas, lo que es FALSO DE TODA FALSEDAD.Ellos vienen llevando a cabo esta resistencia desde hace años, no voy a abundar en argumentos, esto es mas que visible.Mas allá de esto, celebro el reconocimiento de que esta lucha pone en cuestión un marco legal cipayo, como la ley de mendez, y un método extractivo depredador.Hay que debatir para cambiar ambos.
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