El país ha producido siempre en función del beneficio, sin disciplinar cabalmente su producción en función de las necesidades esenciales de la población.
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Cuando las decisiones económicas siguen un patrón inadecuado, la distribución del ingreso queda subordinada al mismo, más allá de los buenos deseos de cualquier gobierno. En consecuencia, lo que llamamos “Justicia Social” también requiere para su materialización efectiva participación del gobierno y elevada eficiencia del mismo.
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Debemos tener en claro que lo esencial con respecto a los objetivos que debe perseguir una actividad [económica] radicada en el país, es que éstos deberán considerar tanto el aporte a la economía nacional como el beneficio del empresario. Esto debe definir una conducta coherente respecto de los intereses nacionales y los del empresariado.
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El proceso económico ha mostrado, además, que el país acumula más ahorro del que usa. En otras palabras, que lo que gana con sus exportaciones excede a lo que necesita gastar a través de sus importaciones y otros conceptos. No obstante ello, tal posibilidad fue insuficientemente explotada, ya que, a la par de incrementar la deuda pública, no se logró el desarrollo nacional requerido por el país.
Tuvimos todo tipo de experiencias en este sentido y ahora, entre otras cosas, sabemos combatir establemente un mal como la inflación. Pero ello se consigue sólo cuando hay capacidad política para usar el remedio natural dado por una política de precios e ingresos.
Es evidente, que las “recetas” internacionales que nos han sugerido bajar la demanda para detener la inflación no condujeron sino a frenar el proceso y a mantener o aumentar la inflación.
Por épocas se bajó la demanda pública a través de la contención del gasto –olvidando el sentido social del gasto público-; se bajó la demanda de las empresas a través de la restricción del crédito –olvidando también el papel generador de empleo que desempeña la expansión de las empresas-; y se bajó la demanda de los trabajadores mediante la baja del salario real.
Pero como al mismo tiempo no se adoptaban las medidas para que todos participaran en el sacrificio, en definitiva fueron las espaldas de los trabajadores las que soportaron el peso de estas políticas de represión de demanda para combatir la inflación que el país aceptó, y que repitió, aunque su ineptitud quedó bien probada por la propia historia.
Es ésta una experiencia muy importante derivada de nuestro proceso; y puesto que necesitamos evitar la inflación para seguir adelante con auténtica efectividad, debemos tenerla permanentemente en cuenta.
Juan Domingo Perón. Modelo Argentino para el Proyecto Nacional (1974)
más clarito hechele agua compañero!
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