Por Artemio López para Perfil
En una reciente lectura de datos preliminares del Censo 2010, analiza el economista Lucas Llach en su muy reconocido blog La Ciencia Maldita (http://blogs.lanacion.com.ar/ciencia-maldita/) respecto a La Matanza: “Pasó de 1,25 millón a 1,75 millón. Medio palo más. Su crecimiento fue del 41%, más alto que cualquier provincia. Los 24 partidos del Gran Buenos Aires crecieron de 8,7 a 9,9 millones, un millón doscientas mil personas más. El 40% del crecimiento poblacional ocurrió en uno solo de esos 24 partidos...”.
Sin embargo, a pesar de ese crecimiento espectacular que el Censo 2010 refleja –parcialmente puesto que, según relevamientos zonales, la población es aun mayor y el Censo 2001 resultó francamente decepcionante–, La Matanza, donde reside el 4,3% de la población nacional, el 11% de la población provincial y el 7% y el 14% de la población pobre nacional y provincial respectivamente, recibe apenas el 3,3% de la masa coparticipable municipal bonaerense o el 6,5% de la que recibe el Conurbano, por lo que es pertinente afirmar que el megamunicipio sencillamente no puede ser ya gobernado eficazmente con este inequitativo nivel de coparticipación específica. La solución que da el Gobierno nacional desde el año 2003 es la distribución en escala de planes de asistencia y el bombazo de obras de infraestructura, lo que está muy bien, es pertinente, pero no alcanza.
Imaginemos la situación de La Matanza en este doble contexto discriminatorio de coparticipación municipal, que se lee con mucho despliegue en el excelente blog Conurbanos (http://conurbanos.blogspot.com). Dice Fabián Rodríguez en el citado blog: “Pero como todavía hay gente que insiste en sostener que los números están bien así, y que el problema de la provincia de Buenos Aires tiene que ver con “falencias en la administración” (que las hay, como en todos lados), vamos a tratar de explicar, lo más claro posible, por qué estamos seguros de la injusticia de este sistema de reparto.
”Si bien el actual régimen de coparticipación comenzó a aplicarse en 1988, la matriz ideológica con la que fue concebido data de la década del 30, cuando Buenos Aires era percibida como una provincia rica.
”Por supuesto que tanto el gobernador radical Raúl Armendáriz como el Presidente de aquel entonces, Raúl Alfonsín, no repararon en el detalle de que las realidades de la PBA en general y la del Conurbano en particular se habían modificado brutalmente ya en 1988, y ni que hablar en la actualidad. Hoy día, mientras muchos “republicanos” están perocupados por su peso electoral, el Gran Buenos alberga el 40% del total de los pobres que habitan en nuestro país, a pesar de generar cerca del 30% del total del PBI argentino. Como contrapartida de eso, el Conurbano recibe apenas la mitad del amarrete 16% que la provincia destina a los municipios en concepto de coparticipación federal”.
Más aún , agregamos nosotros desde PERFIL, para muestra de la pesadilla gestiva que supone manejarse con este penoso presupuesto matancero, imaginemos por un instante al joven entrepreneur porteño el joven casamentero Mauricio, piloteando el partido matancero y su imponente realidad socioambiental, con apenas $ 25 mensuales, en lugar del barón del Conurbano, el tan temido Fernando Espinoza, su actual intendente.
Finalmente, qué pesadilla resultaría ver al jefe de Gobierno de la Ciudad con el presupuesto por habitante más alto del país ($376 en 2007), que como toda solución de gestión imaginó el cachivache de bicicendas y como discurso de salida frente al conflicto social, la sistemática, agobiante, reiterada elusión de responsabilidades culpando al Gobierno nacional, estrategia discursiva articulada como gran novedad con la más rancia xenofobia, imaginemos a este personaje al frente del partido bonaerense de La Matanza con $ 25 mensuales por habitante, o para no caer en comparaciones de sesgo partidario, al frente de la Municipalidad de la entrañable pero sí que húmeda Rosario, con un presupuesto de $ 69 por persona. No hay escape posible, es ya inocultable: Desde el punto de vista de la gestión, más allá de toda consideración ideológica y/o partidaria, Mauricio Macri es una verdadera vergüenza nacional.
*Director de Consultora Equis
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