Lloramos por ti Argentina
Nos enteramos ayer, sobre la hora once de la mañana, que el ex presidente de Argentina Néstor Kirchner había fallecido a los 60 años de edad.
Hace pocos días, luego de una intervención sobre su golpeado corazón, lo vimos con el mismo impulso de siempre, ese impulso que supo sacar a la Argentina de vivir al borde del precipicio cuando todos estaban dispuestos a dar un paso al frente: el paso seguro al suicidio colectivo.
Kirchner fue el que sacó a nuestro hermano país del que "se vayan todos", para ponerlo en carretera mirando al futuro para volver a creer, desde que asumió la Presidencia en el año 2003.
Luego, su esposa, Cristina Fernández, profundizó los cambios y lo hizo con el talante de una mujer, pero también con su capacidad intelectual inmensa para analizar las contradicciones de su sociedad y comprender los cambios mundiales, sin la necesidad de elaborar discursos por los asesores, porque es auténtica en la lucha diaria.
Kirchner fue un desprolijo de aspecto, un grandote capaz de ponerse medias de distinto color, pero si somos generosos aseguramos que no fue nada desprolijo cuando llegó la hora de construir la unidad sudamericana y por ello terminó siendo el secretario general de la Unasur.
Es cierto que tuvimos diferencias, como uruguayos, con Kirchner, en relación a la instalación de la empresa Botnia. Diferencias importantes, pero jamás ni el presidente de Uruguay y el presidente de Argentina, se salieron de madre. Hubo tensiones, pero no confrontación.
La ausencia de Kirchner pone en peligro el papel latino-americano de Argentina en los próximos años, en tanto era el candidato seguro del peronismo a la Presidencia de Argentina, cuyo triunfo era decisivo para que América del Sur siguiera viajando en esta larga ruta de la integración regional, con independencia y soberanía ante los grandes centros de poder mundial.
Sin entrometernos en los asuntos internos de nuestro hermano país, hacemos votos para que Cristina sepa superar el tremendo dolor que la embarga y que cuente con todas las reservas espirituales para seguir adelante y pueda construir la continuidad del cambio progresista.
En el momento del recuerdo, todos elegimos lo que más nos impactó. Hubo impactos negativos, como fue el apoyo desprolijo a los ambientalistas de Gualeguaychú, pero preferimos quedarnos con aquel gesto, cuando, en una dependencia militar le dio la orden en marzo de 2004 a un oficial para que bajara el cuadro del general Rafael Videla, cosa que hizo con otros asesinos en la Escuela de Mecánica de la Armada, convertida en centro clandestino de detención entre 1976 y 1983
"Proceda", dijo mientras movía su mano derecha. El oficial acató. Fue así que la Justicia tuvo su acto simbólico, para que quedara por siempre en las retinas de todos los demócratas.
Por todo esto, ante la inmensa pérdida que es la muerte de Kirchner, lloramos por Argentina. Por encima de las diferencias que existieron, que la historia seguramente las reducirá a una anécdota.
Hace pocos días, luego de una intervención sobre su golpeado corazón, lo vimos con el mismo impulso de siempre, ese impulso que supo sacar a la Argentina de vivir al borde del precipicio cuando todos estaban dispuestos a dar un paso al frente: el paso seguro al suicidio colectivo.
Kirchner fue el que sacó a nuestro hermano país del que "se vayan todos", para ponerlo en carretera mirando al futuro para volver a creer, desde que asumió la Presidencia en el año 2003.
Luego, su esposa, Cristina Fernández, profundizó los cambios y lo hizo con el talante de una mujer, pero también con su capacidad intelectual inmensa para analizar las contradicciones de su sociedad y comprender los cambios mundiales, sin la necesidad de elaborar discursos por los asesores, porque es auténtica en la lucha diaria.
Kirchner fue un desprolijo de aspecto, un grandote capaz de ponerse medias de distinto color, pero si somos generosos aseguramos que no fue nada desprolijo cuando llegó la hora de construir la unidad sudamericana y por ello terminó siendo el secretario general de la Unasur.
Es cierto que tuvimos diferencias, como uruguayos, con Kirchner, en relación a la instalación de la empresa Botnia. Diferencias importantes, pero jamás ni el presidente de Uruguay y el presidente de Argentina, se salieron de madre. Hubo tensiones, pero no confrontación.
La ausencia de Kirchner pone en peligro el papel latino-americano de Argentina en los próximos años, en tanto era el candidato seguro del peronismo a la Presidencia de Argentina, cuyo triunfo era decisivo para que América del Sur siguiera viajando en esta larga ruta de la integración regional, con independencia y soberanía ante los grandes centros de poder mundial.
Sin entrometernos en los asuntos internos de nuestro hermano país, hacemos votos para que Cristina sepa superar el tremendo dolor que la embarga y que cuente con todas las reservas espirituales para seguir adelante y pueda construir la continuidad del cambio progresista.
En el momento del recuerdo, todos elegimos lo que más nos impactó. Hubo impactos negativos, como fue el apoyo desprolijo a los ambientalistas de Gualeguaychú, pero preferimos quedarnos con aquel gesto, cuando, en una dependencia militar le dio la orden en marzo de 2004 a un oficial para que bajara el cuadro del general Rafael Videla, cosa que hizo con otros asesinos en la Escuela de Mecánica de la Armada, convertida en centro clandestino de detención entre 1976 y 1983
"Proceda", dijo mientras movía su mano derecha. El oficial acató. Fue así que la Justicia tuvo su acto simbólico, para que quedara por siempre en las retinas de todos los demócratas.
Por todo esto, ante la inmensa pérdida que es la muerte de Kirchner, lloramos por Argentina. Por encima de las diferencias que existieron, que la historia seguramente las reducirá a una anécdota.
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