Por Nilda Garré * (Página/12)
Una puñalada de dolor nos dejó sin aliento. Néstor había muerto. En su lucha había ido dejando “jirones de su vida” hasta que no pudo más. Siguió después una angustia enorme: ¿cómo reemplazarlo? ¿Cómo ayudar a Cristina? ¿Cómo garantizar la continuidad y aun la profundización del Proyecto inconcluso que él retomó en el 2003, y al que le dio toda su fuerza y su coraje hasta el final?
La respuesta llegó pronto, antes que de la discusión política sesuda, de la mano de los miles y miles que después de muy fatigosas esperas venían a despedirlo entre llantos y cánticos. Las consignas se sintetizaron en “Gracias Néstor” y “Fuerza Cristina, te apoyamos”, expresadas con un dolor profundo pero también con mística y esperanza, con convicción y compromiso, con conciencia de lo difícil pero con coraje.
El gracias tenía múltiple origen: venía de los desocupados que consiguieron trabajo, de los que se jubilaron y de los que recuperaron el valor de ese haber, de los familiares de desaparecidos que vieron concretarse una política de verdad, justicia y memoria siempre reclamada, de los hermanos de naciones vecinas que fueron protegidos, de todos los que se beneficiaron con la vivienda soñada, de los habitantes de los pequeños pueblos de nuestras provincias que comprobaron el objetivo federal de sus políticas, de los millones de argentinos que sintieron que recuperaron su dignidad cuando afirmó nuestra autonomía frente a los grandes poderes financieros internacionales, de los humildes que se sintieron ayudados.
Y allí estaban para despedirlo: trabajadores, profesionales, hombres y mujeres de la cultura, estudiantes, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, militantes de los setenta, peronistas e independientes, ancianos y gente de edad media y, sobre todo, jóvenes de todos los sectores sociales y de todos los perfiles, provenientes de las barriadas humildes y de los centros universitarios, chicos y chicas que ofrecían en su juventud la posibilidad de continuidad del Proyecto.
Todos unidos por el sentimiento de pertenencia a un ideario común que hoy, sin duda, encarna y garantiza Cristina, que militó y construyó con Néstor durante años y que hoy continúa las políticas profundizándolas, distribuyendo más equitativamente el ingreso, enfrentando a las corporaciones que representan el poder económico concentrado, difundiendo con brillantez la reconstrucción argentina por el mundo, llevando el mensaje latinoamericano, peleando la democracia de los países del continente, impulsando el trabajo y la producción en la peor crisis internacional contemporánea, estimulando el desarrollo científico-tecnológico, defendiendo la educación, garantizando derechos, diversidad y pluralidad, apoyando nuestra cultura y nuestras tradiciones, rescatando del olvido nuestras gestas gloriosas y nuestros héroes relegados, honrando la historia de la Patria en este año trascendente del Bicentenario, recuperando la autoestima de los argentinos y dando un mensaje de esperanza y de futuro a todo el pueblo.
Sin duda, la masividad del apoyo ya definió su candidatura, y seguramente esa masividad se repetirá en un año cuando quede consagrada nuevamente como presidenta de la Nación. Porque sin duda Cristina es la mejor Presidenta de los últimos 50 años y la más brillante entre los cuadros políticos con vigencia en la actualidad.
Por eso, también debe ejercer la jefatura del espacio político que nos conducirá a la victoria, que debe tener en el justicialismo su columna vertebral pero que debe ser capaz de convocar a muchos, con sus particularidades, con orígenes diversos, con trayectorias distintas, pero hermanados ahora en un proyecto común, nacional, popular, latinoamericano, que tenga como objetivos fundamentales “la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria” y que integre como protagonistas esenciales a estos jóvenes maravillosos que garantizan el futuro.
Kirchner cambió el imaginario político y señaló un futuro totalmente diferente, rescatando el valor de la política como impulsora de las transformaciones. Cristina retomó ese camino y lo transita con coraje y talento.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero los necios y los mezquinos tropiezan varias veces y confunden aspiración con realidad. Entre ellos, algunos han advertido, desde su estúpida expresión de deseos, sobre una Presidenta minusválida por la viudez. Otros –supuestamente inteligentes– apuestan a diferenciar a la Presidenta y a “tentarla” para apartarse de malas prácticas y abrazar el camino del “diálogo y la concertación que le ofrecen generosamente”, trampa dialéctica con la que aluden al abrazo de las corporaciones. Se equivocan otra vez.
Néstor, y ahora Cristina, son los mejores cuadros de nuestra generación, fieles a las banderas de Perón y Evita y a las aspiraciones del Pueblo. Que les quede claro que Cristina seguirá el rumbo señalado con más fuerza aún si fuera posible.
Todos y todas debemos encolumnarnos para apoyarla por nuestro compromiso con la Patria y el Pueblo, por mandato histórico y por gratitud a Néstor, que reinició con tanto coraje el camino interrumpido.
* Ministra de Defensa.
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