La Ley de Movilidad Jubilatoria está provocando una transformación
notable en los ingresos de los jubilados, que no fue a partir de un
único gran ajuste de recuperación luego de décadas de postergación o de
la postulación demagógica del 82 por ciento móvil sin financiamiento,
sino a partir de una tendencia dinámica que comenzó en el 2009 y
proyecta su continuidad en los próximos años debido a la forma de
actualización de los haberes. En agosto de 2009, el mínimo era de 770
pesos y con el aumento del 7,34 por ciento se elevó a 827 pesos. Fue el
primer año de vigencia de la movilidad automática semestral, y desde
entonces el acumulado es de 259 por ciento para colocar la jubilación
mínima en 2477 pesos.
Antes de que se aplicara el primer aumento por la Ley de Movilidad,
la jubilación mínima representaba el 55,64 por ciento del salario
mínimo, vital y móvil. Con el reciente incremento de ambos se achicó esa
brecha. El salario mínimo subió a 3300 pesos, y a partir de enero de
2014, a 3600 pesos (25,2 por ciento). El haber mínimo será de 2477 pesos
a partir de septiembre (sube 31,8 por ciento). En el último
cuatrimestre del año representará el 75 por ciento del salario mínimo,
apenas 7 puntos menos del simbólico 82 por ciento. Si se
mantiene esa tendencia en la diferencia de los aumentos de esas dos
variables, ese objetivo se alcanzaría en los próximos años en el marco
de un sistema de cobertura previsional sustentable.
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