Poco de nuevo hay para decir de Elisa Carrió. Pero lo expuesto ayer en el debate patrocinado por TN dejó las cosas bien claras.
Carrió se postula para ocupar un cargo, el de diputada de la Nación, que desprecia, y por propiedad transitiva desprecia a la fuente de ese poder que es la voluntad popular, ya que los diputados son los representantes del pueblo de la Nación como nos enseñaron en la escuela primaria.
Lo afirmó ella cuando se vio acorralada por Juan Cabandié. Los datos son irrefutables. Faltó a poco más del 70% de las sesiones a lo largo de su último mandato.
"Estas son las leyes de 2011 a esta parte. De 92 leyes, hubo 72 ausencias. De marzo de 2010 a marzo de 2013, hubo un 70% de ausencia de Carrió. La República requiere que se de este debate", afirmó Cabandié.
Para justificar su ausencia a debates parlamentarios que fueron de trascendencia para el país, la pronosticadora de tormentas y desastres se justificó: "Esta sociedad siempre me vio debatiendo. Yo para discutir el día del pastelito, no voy. A debatir las estupideces que proponen, no".
Habría que decirle a esta señora que si fuera el caso de debatir el Día del Pastelito, seguramente hay detrás de ese proyecto una comunidad que lo impulsa, porque entenderán que implica un paso en su desarrollo económico y social.
Aquel que se jacta de despreciar a un pequeño pueblo de cualquier lugar de la Argentina, que le pide a sus legisladores nacionales se interesen por alguna fiesta regional, por alguna actividad productiva de interés local, no puede llamarse republicano y mucho menos demócrata. Atender esas demandas que parecen poco importantes hace también a la integración nacional.
Y si eso tampoco le interesara, debería asistir para justificar su sueldo. Y si no le gusta que haga como Lanata y le pida trabajo a Clarín.
Carrió es la imágen siniestra del elitismo excluyente. Socia política de Pino Solanas y Victoria Donda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario