miércoles, 7 de julio de 2010

Fútbol criollo 2: No cazo un fulbo


Con el triunfo de España sobre la “máquina” germana mi desconcierto es absoluto. No emboco un pronóstico y llego a creer que Uruguay podría haber salido campeón… Así, en busca de los orígenes, me vuelvo a zambullir en el libro de Archetti, que cita el siguiente análisis publicado en una edición de El Gráfico de 1928:

“«Es lógico que con el correr de los años toda la influencia sajona del football hay ido desapareciendo para dar paso al espíritu menos flemático y más inquieto del latino… Inspirados en la misma escuela que los británicos, muy pronto los latinos fueron modificando la ciencia del juego e hicieron una propia, hoy ampliamente reconocida… ella se diferencia de la inglesa en que es menos monocorde, menos disciplinada y metódica, pues no sacrifica el individualismo en homenaje a la suma colectiva de los valores. En el football inglés todo tiende a destruir la acción personal para formar un todo sólido, de manera que un team no se cuenta por sus hombres separadamente, sino por la acciòn uniforme de todo un conjunto. De ahí que el football británico sea realmente poderoso y tenga la fuerza regular e impulsiva de una verdadera máquina, pero es monótono porque siempre es igual y uniforme. El football rioplatense, en cambio, no sacrifica enteramente la acción personal y utiliza más el dribbling, el esfuerzo personal generoso, tanto en los hombres de ataque como de defensa, por consecuencia, un football más ágil y vistoso.»”

Y agrega al respecto el inolvidable antropólogo:

La metáfora de la máquina opuesta a la creatividad individual es una constante en la imagen del fútbol argentino. Lo británico está asociado a lo industrial, lo criollo al sistema social pre-industrial. Frente a la máquina, la repetición, la respuesta típica criolla fue el dribbling, que más tarde pasó a denominarse gambeta (palabra que deriva de la literatura gauchesca y que describe el modo de correr del avestruz). La gambeta es eminentemente individual y no puede ser programada: es la oposición a lo industrial, al juego colectivo de la máquina.

Maravillosa época fundacional, que ya para comienzos de la década del 30 comenzará a exportar gambeteadores hacia Europa, algunos de los cuales jugarán en las selecciones de los países adoptivos. La Italia campeona del 34 contará con cuatro argentinos entre sus filas. La prensa deportiva de entonces hablará de no ser egoístas con el mundo que ama a nuestros futbolistas: "Van a la conquista de otras multitudes.  Ya nos resulta un poco chico el país y una buena lección de fútbol en nuestras canchas no deslumbra a nadie... Por eso es preciso salir; los buenos jugadores que nos prestigian en el extranjero habrán hecho algo patriótico." (El Gráfico Nº589, 1930)

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