Ni sanciones de la ONU, ni siquiera una palmadita en la muñeca; sin zona de exclusión aérea o terrestre mediante resolución de la ONU; sin armas a los «rebeldes»; sin bombardeos de la OTAN; sin ardientes deseos de cambio de régimen como en Libia; sin diplomacia Tomahawk y, desde luego, sin asesinatos extrajudiciales.
El 14 de marzo de 2011 se recordará como el nefasto día en que la Casa de Saud lanzó -con el total apoyo de EEUU- una salvaje contrarrevolución diseñada para aplastar el capítulo del Golfo de la gran revuelta árabe de 2011. Ésa fue la fecha en que las tropas saudíes, junto a un número simbólico de soldados de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), invadieron Bahrein, en teoría a petición de la dinastía sunní gobernante de los Al-Jalifa, para «ayudar» a aplastar las protestas que a favor de la democracia recorrían todo el país...
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