No hace mucho se postuló que los actos, los locales, los bombos, las banderas y la militancia toda habían caído en desuso y habían devenido en artículos de museo. La política había asumido un lugar subalterno respecto de los poderes concentrados y era apenas un lugar de gerenciamiento y administración de una realidad construida y decidida por otros.
La repulsa a esa concepción se verificó en un distanciamiento masivo de tantísimos argentinos que se refugiaron en otras prácticas sociales. La concepción gerencial de la política generó formas acotadas y restringidas de participación.
Por el contrario, la nueva concepción que pone la política en el centro de todo y en una relación de predominio respecto de otras esferas, genera renovadas formas de protagonismo.
Si la política era un espacio estrecho controlado por pocos, hoy la política se vuelve plebeya y se llena de una participación desbordante. Son incontables los compatriotas dispuestos a discutir, a organizarse, a defender este proyecto que enamora y moviliza, apasiona y conmueve.
La política vuelve a ser de todos, como nos pidió Kirchner cuando nos apostrofó con aquello de que florezcan mil flores. Él nos conminó, nos acicateó a que asumiéramos esta construcción en nuestras manos. Él nos pidió que brotaran compañeros, locales,
espacios de participación, ideas e iniciativas.
Hay que decirlo: los primeros años el proyecto funcionaba sólo con el liderazgo de Néstor y Cristina. El resto no tenía la suficiente masa crítica, la necesaria densidad para actuar como soporte firme ante algunos desafíos. Eso cambió. Y es de ese cambio que nace el escándalo de los que no toleran el nuevo protagonismo asumido por los trabajadores organizados, por los jóvenes, por un peronismo irreverente y desafiante del status quo.
Que florezcan mil flores es como un mandato, como una seña que supimos leer y nos sacudió definitivamente de un letargo que ya llevaba demasiado tiempo. Los actos se multiplican. Las agrupaciones brotan y se nutren de las ganas de militantes llenos
de vitalidad. La juventud se viene, arrolladora e incontenible, con su afán de cambiar lo que algunos postulaban como pétreo e inmutable.
El acto de Huracán del 11 de marzo se inscribe en este clima. Cien mil compañeros vamos a llenar ese estadio y colmar sus alrededores, para decir que estamos presentes junto a Cristina.
Desde la Corriente Nacional de la Militancia vamos a generar un hecho masivo de respaldo a nuestra Presidenta y le vamos a pedir que siga al frente, que mantenga en sus manos las riendas del país y las riendas del Movimiento Nacional.
Le vamos a decir que no está sola, que dos ojos se apagaron pero que se encendieron millones. Que aprendimos algunas cosas de Néstor y que asumimos que este país lo tenemos que defender entre todos, desde el compromiso y el protagonismo colectivo.
Que hay una Historia que nos honra e ilumina. Que el martirio de treinta mil compañeros no fue en vano. Que la Memoria existe. Que la gratitud del pueblo también. Y que con alegría queremos más: más Patria, más proyecto nacional y popular y más Cristina.
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