Por Guadi Calvo*
Sagaz como muy pocos, con un sentido natural para reconocer cual era el lugar a ocupar en el espectro político y social argentino, existen pocas personalidades que hayan guardado mayor coherencia ética e ideológica que Arturo Martín Jauretche (Lincoln, provincia de Buenos Aires, 13 de noviembre de 1901-Buenos Aires, 25 de mayo de 1974).
Su larga vida como intelectual y militante aún no ha sido profundamente analizada, pero si algo se puede aseverar, es que se trata del prototipo de hombre que absolutamente siempre ha estado a la altura de los tiempos que le ha tocado vivir.
Como intelectual de acción Jauretche jamás se retiró a estudiar los fenómenos, sino por el contrario, los penetró con profundidad para estudiarlos desde adentro, para vivirlos involucrándose sin temor a los errores.
El compromiso militante por la causa nacional, alentado por el poeta Homero Manzi, lo hizo enrolarse con el Yrigoyenismo.
Tras el golpe de 1930, Jauretche no iba a dudar y buscó como derrotar el viejo régimen que había vuelto, para ello no solo utilizó las ideas, sino que en 1933 participo en Corrientes del alzamiento de los coroneles Roberto Bosch y Gregorio Pomar, que no habían participado del golpe del 6 de septiembre de 1930.
Tras la derrota del alzamiento, fue encarcelado; y utilizaría el tiempo de prisión para escribir su versión de los episodios en forma de poema gauchesco, al que tituló El Paso de los Libres.
Publicó la obra en 1934 con prólogo de Jorge Luis Borges, de quien terminaría distanciado por cuestiones ideológicas.
La traición a los principio Yrigoyenistas del personalismo de Alvear lo hizo renunciar al radicalismo.
El conflicto de Jauretche con la línea dirigente del radicalismo, encabezada por Alvear, se profundizó en 1934.
Junto a importantes intelectuales como Homero Manzi, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, Raúl Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereyra fundará FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), el ámbito en que Jauretche terminaría de conformar su ideario que puede conjugarse en dos términos Nacionalismo Democrático, diferenciándose del nacionalismo conservador que con el pacto Roca-Runciman, construirían el plan de entrega de los recursos nacionales.
Su visión política le hizo advertir que el Banco Central había sido fundado para que Inglaterra controlase la economía nacional al igual que el dominio de los ferrocarriles sin competencia. Jauretche advertía también que sería clave mantener el comercio con la Unión Soviética, quien podría convertirse en un consumidor de productos argentinos.
Si bien ya se conocían con el General Perón desde su paso por la Secretaria de Trabajo y Previsión, adhirió al peronismo maravillado por el 17 de octubre de 1945.
Guardado siempre su independencia como pensador, Jauretche adhirió al peronismo, y acompañó a Domingo Mercante, gobernador de la provincia de Buenos Aires, como presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires desde 1946 hasta 1951.
En ese cargo, desarrolló una política crediticia generosa con los proyectos de industrialización.
Con la renuncia de Mercante, Jauretche abandonó el cargo, para seguir acompañado el proyecto nacional, siempre desde su independencia intelectual.
A partir del derrocamiento de Perón, y a pesar que los golpistas no lo habían molestado, Jauretche vuelve a la actividad política lo que le costaría persecuciones y el exilio en Montevideo, siempre éticamente indemne.
Su obra indaga, como pocos lo han conseguido hacer, el alma nacional como un verdadero baqueano que se ha metido en la geografía del argentino y ha sabido descubrir sus grandezas y sus miserias, sin hipocresías, para darles a ellas el lugar correspondiente, construyendo un verdadero mapa de nuestro ser nacional.
(*) Escritor, periodista. Centro Cultural de La Cooperación Floreal Gorini
Fuente: Télam
Fuente: Télam
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