En la Conferencia de la UIA, Cristina fue más específica, al mencionar el caso de “algunas empresas grandes” que “habían comprado igual cantidad de dólares o más de la que nosotros les habíamos prestado en pesos a tasa negativa”. Entre quienes escuchaban con el rabo entre las patas estaba el vicepresidente de la UIA y director de Ledesma, Federico Nicholson, a quien Mendiguren impulsa como ministro de Industria. El presidente de Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, varios de sus hijos amantes de los yates de lujo y el propio Nicholson compraron once millones de dólares durante la corrida cambiaria que el gobierno sofocó la semana pasada. Habían recibido un crédito del Bicentenario por nueve millones de dólares, como parte de la inversión en un criadero de chanchos del viejo Blaquier, por un total de 140 millones de pesos. El gobierno no se quedó en palabras: Nicholson y Blaquier fueron confrontados con la documentación probatoria del uso dado al crédito, cosa que al principio negaron, y debieron comprometerse a reingresar ese dinero e invertirlo en el país. El año pasado, Nicholson presidió la misma conferencia y fue uno de los críticos más severos de “la excesiva intervención estatal”. Este año guardó prudente silencio. Cristina también mencionó el caso de otra “gran empresa” que en 2010 obtuvo utilidades superiores en un 31 por ciento a las de 2008 (cuando contó con apoyo estatal para mantener la ocupación), pero invirtió “un 35 por ciento menos que en el 2008”. Se refería a Siderar, de la transnacional italiana Techint, cuyo principal accionista, Paolo Rocca, también estaba en la sala. Rocca también asumió compromisos de inversión, que aún no son públicos y cuyo cumplimiento el gobierno verificará. En la historia de las relaciones con el Estado siempre los reclamos y las exigencias provenían de las grandes empresas. Ahora también se recorre el camino inverso. Por primera vez, los interlocutores gubernamentales del holding milanés con sede corporativa en Luxemburgo no están en la lista de las “prestaciones de sede” de Techint, como llama su financiera cautiva, Santa María, a los pagos inconfesables a funcionarios. O dicho con las palabras con que CFK comparó en la UIA la situación argentina con la de Europa: “Hay que respetar a los mercados, pero los que gobiernan son los elegidos por el voto popular. Esto lo tengo muy claro”.
No hay dudas de que el segundo mandato de Cristina Fernández ya comenzó. Han transcurrido 8 años, colmados de cambios - algunos de ellos casi increíbles - configurando el primer período claramente dirigido a la recuperación social, moral y económica de nuestro país en mucho tiempo, por más que los cocodrilos furiosos escupan "otra cosa".
ResponderEliminarNuestras circunstancias actuales, a pesar de las oscuras perspectivas de ciertas zonas del globo, permiten planear el futuro desde otro punto de partida. Por supuesto que también es indispensable un grado mayor de VALENTIA y SINCERIDAD para enfrentar a los poderes económicos, exhibir sus deslealtades y conminarlos a dar satisfacción por las "avivadas" cometidas.
Muy pocas veces vi algo así. Esa frontalidad de nuestra Presidenta, clara y sencilla, deja sin excusas a los que ya no saben a qué espíritu maligno convocar.
No era tan difícil producir cambios de verdad. Pero para ello hacía falta "no dejar las convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno" y transformar al "puesto menor" en "PUESTO MAYOR".
Saludos
Tilo, 70 años