Alemania lleva años financiando la UE y cediendo a las pretensiones de todos para poder lograr acuerdos: las de los que quieren más representantes, más fondos estructurales y o más fondos para agricultura.
El Gobierno alemán ha soportado pacientemente estas salidas de tono, y ahora que la crisis ha dejado en evidencia las miserias de los que exigían más, cree que ha llegado su oportunidad y no quiere dejar pasar la ocasión para imponer su propio modelo. Y así, está manejando con maestría las necesidades de la mayoría de los países y los resortes que tiene a su alcance para debilitar cualquier oposición a sus designios.
¿Y cuáles son sus designios? Exportar el modelo alemán a toda Europa. Alemania sabe que para mantener una moneda fuerte necesita, o el respaldo de un gran poder militar -hoy por hoy en manos de Estados Unidos-, o una economía exterior muy potente, que exporta muchísimo más de lo que importa de forma que le permita acumular recursos, tal y como está haciendo China.
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