sábado, 21 de agosto de 2010

Número 82

Leemos a Luis Bruschtein en Página/12 de hoy:

El 82 es una cifra mágica usada en esa calidad para una operación mediática. En la actualidad, la jubilación mínima es el 74 por ciento del salario mínimo. El 82 es más que el 74, pero menos que el ciento por ciento. La magia es más que el deseo, que a su vez es más que el máximo posible, que a su vez es más de lo que está dispuesto a ceder el poder económico. Pero en esa escala, la expresión de deseos y lo mágico obtienen mucho menos que lo máximo posible y lo que está dispuesto a ceder el poder económico, o sea, nada.

El 82 por ciento es un número mágico que nadie explicó, lo que puso de manifiesto el bajo nivel del debate parlamentario. Nadie dijo de dónde salió ese porcentaje. Se habla de un momento histórico, pero la jubilación es ahora y no es historia. Y no lo dicen, porque a los que impulsaron esa propuesta, en realidad es a los que menos les ha importado.

Se supone que se llega a un número haciendo una cuenta. Es lo que se enseña en la escuela. La cuenta del 82 no la conoce nadie. Seguramente en la época que se estableció esa cifra alguien hizo una cuenta, relacionó los fondos que entraban con los que salían y no aceptó rebajar nada. Y salió el famoso 82. Hace 50 años. Si ahora, después de todo ese tiempo, el resultado es el mismo, o sea 82, es de suponer que la relación entre lo que entra y lo que sale es la misma y además debe tener también una fórmula de sustentabilidad, en el sentido de que esa diferencia se pueda mantener en el tiempo aunque vayan variando las cantidades de aportantes y de beneficiarios.

Era un debate sobre números y cantidades, pero nadie hizo ninguna cuenta aunque se formularon muchas expresiones de deseo. Y salió el número mágico del 82 por ciento. Lo misterioso del debate fue que nadie hiciera una cuenta y que además se pensara que el 82 por ciento es una especie de máximo paraíso para los jubilados con el peso de una fatalidad cabalística. Como nadie especificó fuentes de financiamiento, el 82 por ciento no deja de ser más que una expresión de deseos. Y como expresión de deseos, el 82 por ciento es poco.

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