El violento asalto que sufriera Carolina Piparo despertó, una vez más, a través del sensacionalismo mediático un estado de exaltación en pos de la sagrada seguridad. Pero también, una vez más, la cosa se puso interesante cuando "Pimienta" Silva, alias el marcador, declaró que el cabecilla de la banda operaba para la policía de Lomas de Zamora y San Isidro.
Habrá que entender que la seguridad (¿alguna vez el mundo fue seguro?) no es un tema de más policías en las calles reventando cabecitas. El delito entró en los modos de producción del capitalismo concentrado. Ya no se admiten cuentapropistas. A esos se los revienta. Policías, empresas de seguridad (sic) y trasnacionales del delito manejan el negocio. La cosa es mucho más compleja como para ser resuelta con consignas rabínicas bergmanianas.
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