Sergio Fernández Novoa*
Karl Von Clausewitz fue un estratega militar prusiano que vivió y guerreó en la convulsionada Europa de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Considerado el creador de la doctrina militar moderna, leímos o escuchamos, una y otra vez, su célebre sentencia “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Incluso, acudimos a ella cuando intentamos comprender, dotar de una racionalidad imposible, los horrores del siglo XX. Repasando los títulos de los diarios de estos días podríamos decir, con el permiso de Clausewitz, que la política es la continuación de la guerra por otros medios.
La guerra a la que nos referimos es aquella que los sectores del privilegio declararon al pueblo argentino con episodios ignominiosos como los bombardeos del 16 de junio de 1955 o la etapa iniciada en marzo de 1976 para desterrar de la memoria colectiva, de una vez y para siempre, la dignidad y justicia social inaugurada por el peronismo treinta años antes. Su continuidad en la política es la que despliegan hoy los medios dominantes, que convertidos en partidos sin políticos, buscan desgastar el proceso de transformaciones que comenzó en mayo de 2003.
Y en la guerra, todo vale. Ayer, la desaparición y la tortura, el saqueo y la apropiación, el engaño y la mentira. Hoy la infamia y el chantaje, la impunidad y la búsqueda de rentabilidad a cualquier precio.
Los medios hegemónicos, y los poderes fácticos que allí se encarnan, no sólo fueron cómplices de la dictadura, sino fervientes militantes de su causa (aunque la palabra “militantes” les provoque escozor). Su continuidad política, sin más.
Las tropelías de Sergio Schoklender, en claro perjuicio de las Madres, de sus luchas y de sus hijos, de la búsqueda colectiva de construir una sociedad más justa, son utilizadas para golpear al corazón de esos mismos valores.
Velar por el bien común, por la suerte de los recursos públicos y la necesidad de acceder a una vivienda digna de millones de argentinos, es el rol del periodismo que las corporaciones mediáticas dicen ejercer, pero que niegan tanto en sus títulos como en sus actos.
El periodismo "serio e independiente" (ya no podemos poner objetivo ni siquiera entre comillas) que pregonan sólo busca crucificar a Hebe y con ella, a la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, y a las políticas de derechos humanos e inclusión social desarrolladas por el Estado Nacional desde hace ocho años.
Porque si Schoklender es Hebe y Hebe es Cristina, como pregonan los ríos de tinta regados en la última semana por Clarín y La Nación, hacia dónde va dirigido el golpe: hacia un delincuente que merece ser castigado con todo el peso de la ley o hacia las políticas sociales y redistributivas que unen la lucha de las
décadas del 60 y 70 con las políticas desarrolladas por Néstor y Cristina Kirchner.
Porque si Schoklender es Hebe y Hebe es Cristina, los juicios y el castigo a los genocidas están en cuestión, al igual que la inversión social y el rol de la organización popular para llevarla a cabo. Se deslegitima elegir este camino para construir 250 mil viviendas a través de casi 70 organizaciones no gubernamentales.
Y sobre esta deslegitimación operan los medios hegemónicos y sostienen a sus candidatos de cara a las elecciones presidenciales de octubre próximo: Duhalde y Carrió impulsando una amnistía; Alfonsín (quien cada día avergüenza más la memoria de su propio padre), González Fraga y De Narvaez abogando por la “austeridad” como eufemismo de ajuste.
Sin olvidar a Norma Morandini, candidata a vicepresidenta en la fórmula que encabeza Hermes Binner, quien fue empleada del Grupo Clarín y, como legisladora, se opuso a la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y a la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos.
Deslegitimación que completa su relato presentando a la Argentina aislada del mundo, a pesar de que Ban Ki Moon, titular de las Naciones Unidas, visitó nuestro país y ponderó a la presidenta “por su fuerte liderazgo, compromiso y creencia en los derechos humanos” y “por el mantenimiento de la paz mundial”. Y que Ollanta
Humala, presidente electo de Perú, destacó el crecimiento de la balanza comercial entre ambos países y la labor del Mercosur.
Por su parte, a raíz de las declaraciones del primer ministro del Reino Unido, David Cameron, Cristina Fernández dejó en claro que Argentina seguirá “incansablemente reclamando” la soberanía de las Islas Malvinas. “Vamos a hacerlo en cada uno de los foros”, enfatizó la mandataria y calificó a Gran Bretaña como una “potencia colonial en decadencia”, además de definir al colonialismo como “algo antiguo e injusto”.
Antes que un militar, Clausewitz fue un estratega. Y la estrategia es, sin duda, el centro de la acción política. En estos días tumultuosos, los medios hegemónicos y el poder concentrado desplegaron su estrategia de cara a octubre. Será cuestión de prepararse, porque habrá más. Pero también de cultivar la mirada crítica, ejercitar la lectura entre líneas y reforzar el compromiso para que no puedan ganar la guerra.
*Presidente de ULAN y Consejo Mundial de Agencias de Noticias. Vicepresidente de Télam
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