Por Coco Cuba
La Paz, 7 dic (ABI) - El presidente reelecto Evo Morales, ganador inobjetable de las elecciones del domingo con el 63% de los votos, ha marcado a fe y fuego el siglo XXI boliviano y plantado cara contra el imperialismo y el capitalismo, en momentos en que la Latinoamérica progresista no alcanza a digerir el quiebre institucional en la centroamericana Honduras y Colombia consiente la instalación de bases militares de Estados Unidos.
Con su aplastante triunfo en las urnas, que no sorprendió en Bolivia ni a sus opositores más enconados, Morales parece haber despejado la gran incógnita: el siglo XXI en Bolivia será regido por el indio originario de esta tierra, como lo fue en el pasado por el blanco no indígena.
También, la orientación que seguirá el Estado Plurinacional de Bolivia, el socialismo comunitario abierto a la inversión extranjera, privada o pública, bajo el principio de "negocios sí pero con el Estado como rector".
En ese marco de restauración estatal, Morales ha dejado en claro su talante gruñón contra cualquier forma imperial y su apego a la región.
Morales, de 50 años, el presidente con mayor apoyo popular en la historia política de este país, campeón de la inestabilidad institucional en Latinoamérica, dedicó su triunfo electoral a los países y gobiernos que apoyaron su enunciada "revolución democrática y cultural", en referencia a los signatarios de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y gobiernos y líderes de Europa y Asia, que apuntalaron su gobierno de izquierdas.
"El triunfo en Bolivia no sólo es para los bolivianos; este triunfo de los bolivianos es, fundamentalmente, un justo reconocimiento, es una dedicación, a presidentes, a gobiernos, a pueblos antiimperialistas", enfatizó.
El mandatario indígena confirmó su segundo mandato consecutivo y pasará, a controlar la bicameral Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), sucesora del Congreso, donde las previsiones afirman que no encontrará escollo para poner en práctica su Constitución, refrendada en las urnas con apoyo mayoritario en enero último.
El mandatario reelecto se dijo, a la luz del apoyo popular que recibió en las ánforas, a acelerar el proceso de cambios estructurales que puso en marcha en su primera gestión y que subraya la ‘nacionalización o descolonización de Bolivia’, como concepto político y cultural y, en lo económico, el retorno de la riqueza natural a manos del Estado y, en consecuencia, la industrialización de Bolivia, el país más pobre de Sudamérica.
"Tenemos la enorme responsabilidad con Bolivia, pero también con la vida y la humanidad, de profundizar y acelerar el proceso de cambios", se impuso en un discurso pronunciado a horas de desvelada su inobjetable victoria electoral ante miles de sus adherentes.
"Que obtengamos más de dos tercios (en la ALP) nos obliga, me obliga, a acelerar el proceso de cambios", insistió.
Morales que ha conseguido efectivamente "refundar Bolivia", algo que parecía más una frase de buenas intenciones cuando fue investido presidente en 2006, basa, entre otras cosas, su pretensión de terminar de cambiar Bolivia hasta 2015 en la utilidad marginal que le dejó el triunfo electoral de la víspera: haber destrozado la ‘Media Luna’ boliviana, una ficción geográfica que sirvió de plataforma ideológica para promover la secesión territorial del país andino amazónico.
En otras palabras, ha ahuyentado los fantasmas de la división de Bolivia que planearon hace nada má un año.
Así, bajo este cuadro de situación, ha hecho un llamado hasta sus enconados opositores a "trabajar" y "servir" a Bolivia.
"Hago una convocatoria a autoridades que no quieren trabajar con Evo, a alcaldes, a cívicos, a empresarios, a intelectuales que dudan, a servir a Bolivia", afirmó en tono sereno y conciliador.
"Que vengan a trabajar por el pueblo boliviano, porque somos de la cultura del diálogo", insistió al arengar la adhesión de sus adversarios políticos al modelo de país que profesa.
"Ahora sí tenemos el camino abierto, entendiéndonos como bolivianos, un caminos abierto, dialogando con distintos sectores para aplicar la primera Constitución, aprobada por pueblo boliviano" en las urnas en enero pasado, desafió.
Acusado recurrentemente de autoritario por sus opositores, Morales ha demostrado su fervor democrático, pues todo lo que ha conseguido a favor de sus políticas lo ha hecho, con los matices y parafernalia propios de la política criolla, en el terreno de lo institucional.
"El pueblo, con su participación, demuestra que es posible cambiar Bolivia en base al voto del pueblo boliviano", aseveró, al tiempo de rendir tributo a la vocación democrática de sus compatriotas.
"Hoy Bolivia nuevamente demuestra una vocación democrática, una revolución democrática, cultural, al servicio del pueblo. Nuevamente el pueblo boliviano hace historia, gracias a esa conciencia del pueblo. Lo que hoy ha visto el pueblo boliviano es cómo avanzar como un proyecto, con un programa del pueblo, al servicio del pueblo boliviano", afirmó.
Se congratuló porque, "con más del 63% (de los votos), casi 64%, se han impuesto estas transformaciones en lo económico, en los estructural y económico".
Reducida a dos de los nueve departamentos bolivianos, dos menos que en el pasado reciente, la oposición ha hecho, sin embargo, poco menos que una declaración de guerra a la convocatoria de Morales.
Su principal contendor electoral, el ex militar Manfred Reyes Villa, que logró adherir el 28% de los votos, dijo que el triunfo de Morales no representa sino la ratificación de que el país está aún dividido entre dos modelos y visiones de Estado y formas de vida: la occidental versus la indígena originaria.
"En el país subsiste la división" dijo a la luz de los resultados electorales, mientras que otro de sus adversarios electorales derrotados, el acaudalado empresario Samuel Doria Medina, anunció oposición a Morales en base del magro 6% que obtuvo en las urnas.
"Es importante señalar que los problemas que habíamos mencionado como la pobreza, la falta de trabajo, los abusos de parte del partido gobernante, el incremento desmedido en la promoción de la coca y sus derivados, se pueda agravar con el resultado de las elecciones y eso nos preocupa", cuestionó.
Con su aplastante triunfo en las urnas, que no sorprendió en Bolivia ni a sus opositores más enconados, Morales parece haber despejado la gran incógnita: el siglo XXI en Bolivia será regido por el indio originario de esta tierra, como lo fue en el pasado por el blanco no indígena.
También, la orientación que seguirá el Estado Plurinacional de Bolivia, el socialismo comunitario abierto a la inversión extranjera, privada o pública, bajo el principio de "negocios sí pero con el Estado como rector".
En ese marco de restauración estatal, Morales ha dejado en claro su talante gruñón contra cualquier forma imperial y su apego a la región.
Morales, de 50 años, el presidente con mayor apoyo popular en la historia política de este país, campeón de la inestabilidad institucional en Latinoamérica, dedicó su triunfo electoral a los países y gobiernos que apoyaron su enunciada "revolución democrática y cultural", en referencia a los signatarios de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y gobiernos y líderes de Europa y Asia, que apuntalaron su gobierno de izquierdas.
"El triunfo en Bolivia no sólo es para los bolivianos; este triunfo de los bolivianos es, fundamentalmente, un justo reconocimiento, es una dedicación, a presidentes, a gobiernos, a pueblos antiimperialistas", enfatizó.
El mandatario indígena confirmó su segundo mandato consecutivo y pasará, a controlar la bicameral Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), sucesora del Congreso, donde las previsiones afirman que no encontrará escollo para poner en práctica su Constitución, refrendada en las urnas con apoyo mayoritario en enero último.
El mandatario reelecto se dijo, a la luz del apoyo popular que recibió en las ánforas, a acelerar el proceso de cambios estructurales que puso en marcha en su primera gestión y que subraya la ‘nacionalización o descolonización de Bolivia’, como concepto político y cultural y, en lo económico, el retorno de la riqueza natural a manos del Estado y, en consecuencia, la industrialización de Bolivia, el país más pobre de Sudamérica.
"Tenemos la enorme responsabilidad con Bolivia, pero también con la vida y la humanidad, de profundizar y acelerar el proceso de cambios", se impuso en un discurso pronunciado a horas de desvelada su inobjetable victoria electoral ante miles de sus adherentes.
"Que obtengamos más de dos tercios (en la ALP) nos obliga, me obliga, a acelerar el proceso de cambios", insistió.
Morales que ha conseguido efectivamente "refundar Bolivia", algo que parecía más una frase de buenas intenciones cuando fue investido presidente en 2006, basa, entre otras cosas, su pretensión de terminar de cambiar Bolivia hasta 2015 en la utilidad marginal que le dejó el triunfo electoral de la víspera: haber destrozado la ‘Media Luna’ boliviana, una ficción geográfica que sirvió de plataforma ideológica para promover la secesión territorial del país andino amazónico.
En otras palabras, ha ahuyentado los fantasmas de la división de Bolivia que planearon hace nada má un año.
Así, bajo este cuadro de situación, ha hecho un llamado hasta sus enconados opositores a "trabajar" y "servir" a Bolivia.
"Hago una convocatoria a autoridades que no quieren trabajar con Evo, a alcaldes, a cívicos, a empresarios, a intelectuales que dudan, a servir a Bolivia", afirmó en tono sereno y conciliador.
"Que vengan a trabajar por el pueblo boliviano, porque somos de la cultura del diálogo", insistió al arengar la adhesión de sus adversarios políticos al modelo de país que profesa.
"Ahora sí tenemos el camino abierto, entendiéndonos como bolivianos, un caminos abierto, dialogando con distintos sectores para aplicar la primera Constitución, aprobada por pueblo boliviano" en las urnas en enero pasado, desafió.
Acusado recurrentemente de autoritario por sus opositores, Morales ha demostrado su fervor democrático, pues todo lo que ha conseguido a favor de sus políticas lo ha hecho, con los matices y parafernalia propios de la política criolla, en el terreno de lo institucional.
"El pueblo, con su participación, demuestra que es posible cambiar Bolivia en base al voto del pueblo boliviano", aseveró, al tiempo de rendir tributo a la vocación democrática de sus compatriotas.
"Hoy Bolivia nuevamente demuestra una vocación democrática, una revolución democrática, cultural, al servicio del pueblo. Nuevamente el pueblo boliviano hace historia, gracias a esa conciencia del pueblo. Lo que hoy ha visto el pueblo boliviano es cómo avanzar como un proyecto, con un programa del pueblo, al servicio del pueblo boliviano", afirmó.
Se congratuló porque, "con más del 63% (de los votos), casi 64%, se han impuesto estas transformaciones en lo económico, en los estructural y económico".
Reducida a dos de los nueve departamentos bolivianos, dos menos que en el pasado reciente, la oposición ha hecho, sin embargo, poco menos que una declaración de guerra a la convocatoria de Morales.
Su principal contendor electoral, el ex militar Manfred Reyes Villa, que logró adherir el 28% de los votos, dijo que el triunfo de Morales no representa sino la ratificación de que el país está aún dividido entre dos modelos y visiones de Estado y formas de vida: la occidental versus la indígena originaria.
"En el país subsiste la división" dijo a la luz de los resultados electorales, mientras que otro de sus adversarios electorales derrotados, el acaudalado empresario Samuel Doria Medina, anunció oposición a Morales en base del magro 6% que obtuvo en las urnas.
"Es importante señalar que los problemas que habíamos mencionado como la pobreza, la falta de trabajo, los abusos de parte del partido gobernante, el incremento desmedido en la promoción de la coca y sus derivados, se pueda agravar con el resultado de las elecciones y eso nos preocupa", cuestionó.
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