“Y llamó Jehová al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. (Génesis, 3,9)
Mucho se viene hablando de la ley antimigratoria y discriminadora de Arizona (EUA) y su relación con la llegada al gobierno de la derecha republicana. Pero para que la ecuación cierre falta otro componente que suma, y mucho, a este poderoso cóctel: el miedo.
El miedo, una sensación altamente contagiosa, que ya campea por las propaladoras de la derecha autóctona, fue el condimento que le dio sabor a lo que se cocinaba en el caldero de la derecha racista. Y eso ocurre en Arizona, y eso ocurre en Argentina. Porque les guste o no, lo que se trasluce tras el discurso de los crispados es el racismo, y el racismo es el miedo en estado bruto.
La ley con la que se pretende combatir la inmigración ilegal (esa inmigración que sólo en Arizona crea una riqueza valuada en el 2008 en 84 mil 17 millones de dólares) se construyó sobre el miedo a la creciente violencia delictiva, al creciente poder del narcotráfico, a la ocupación de viviendas y el postre de la frutilla: el asesinato, el mes pasado, del popular hacendado Rob Krentz, "aparentemente a manos de un indocumentado".
“La gente quiere que se haga algo. Están cansados de todo esto”, afirmó el senador estatal Russel Pearce, uno de los promotores del proyecto. "Es algo que debimos haber resuelto hace años. Es algo que no podemos seguir postergando”, afirmaba mientras tanto un ciudadano de apellido alemán que vive en un barrio en el que residen una buena cantidad de inmigrantes latinos y en el que comenzaron las redadas policiales.
El miedo, esa arma tan poderosa en manos de la derecha. Si lo sabrá la Iglesia Católica...
El miedo, una sensación altamente contagiosa, que ya campea por las propaladoras de la derecha autóctona, fue el condimento que le dio sabor a lo que se cocinaba en el caldero de la derecha racista. Y eso ocurre en Arizona, y eso ocurre en Argentina. Porque les guste o no, lo que se trasluce tras el discurso de los crispados es el racismo, y el racismo es el miedo en estado bruto.
La ley con la que se pretende combatir la inmigración ilegal (esa inmigración que sólo en Arizona crea una riqueza valuada en el 2008 en 84 mil 17 millones de dólares) se construyó sobre el miedo a la creciente violencia delictiva, al creciente poder del narcotráfico, a la ocupación de viviendas y el postre de la frutilla: el asesinato, el mes pasado, del popular hacendado Rob Krentz, "aparentemente a manos de un indocumentado".
“La gente quiere que se haga algo. Están cansados de todo esto”, afirmó el senador estatal Russel Pearce, uno de los promotores del proyecto. "Es algo que debimos haber resuelto hace años. Es algo que no podemos seguir postergando”, afirmaba mientras tanto un ciudadano de apellido alemán que vive en un barrio en el que residen una buena cantidad de inmigrantes latinos y en el que comenzaron las redadas policiales.
El miedo, esa arma tan poderosa en manos de la derecha. Si lo sabrá la Iglesia Católica...
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