lunes, 19 de octubre de 2009

Perfil


Pego una pasada por la página de Perfil y leo con asco: "La mujer acusada de escrachar a Morales fue adicta y ladrona".

Me adentro en la crónica pensando en echar una puteada al medio desde estas páginas y me encuentro con un relato mucho más interesante que ese título amarillista. Comparto:

Milagro Sala, la mujer señalada por el senador radical Gerardo Morales como quien encabezó el escrache que recibió el viernes, se desligó del incidente pero evitó cuestionar a sus colegas, al señalar que “no sé si hicieron bien o mal, habría que vivir en Jujuy para entender a los compañeros”, porque “hay muchos que van a Buenos Aires y se hacen los justicieros, mientras que acá en Jujuy tienen mucha pero mucha plata que no pueden justificar de dónde la sacaron”, alertó en Radio Rivadavia. ¿Pero quién es Milagro Sala? Cuando su gente de confianza relata la historia de esta mujer empiezan por los 16 años, cuando se hizo peronista. Después cuentan que en el ’87, a los 20, empezó a militar en ATE Jujuy. Hay sin embargo una nube de tiempo que fue clave para ella y determinó, según contó, su decisión de vida: “Cuando era chica robaba y me drogaba con mis amigos”, confesó. Y recordó que cierta vez estuvo en la cárcel “por ocho meses por ser pobre, porque no tenía quién me defendiera. Se juró en la cárcel que el día que saliera iba a luchar para que no hubiera injusticias.

En su barrio jujeño del Bajo Azopardo, las mujeres que practican la prostitución la ayudaron. La retaban, le decían que tenía que estudiar y “dejarse de joder”. Una de ellas hoy es una importante dirigente de AMMAR dentro de la CTA. En los 90 Milagro Sala era empleada estatal y estaba a la sombra de Carlos “el Perro” Santillán. Recuerdan los suyos que la columna principal de la gran Marcha Federal que terminó en la Plaza de Mayo salió de La Quiaca. Y que la organizó Milagro. Que ese episodio también fue clave y que cuando volvió a Jujuy decidió tomar la idea de Víctor De Genaro de ir a los barrios a buscar a los desocupados. Al poco tiempo armó “La copa de leche”, el primero de los centros donde los chicos en situación de vulnerabilidad van a comer algo. Hoy hay 400.

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