domingo, 29 de noviembre de 2009

El lugar del "progresismo" ante el futuro del Gobierno nacional y popular


Compartimos el análisis de Mario Wainfeld en Página 12 de hoy:

La oposición de centroderecha despliega una ofensiva en procura de tomar posiciones estratégicas. Hasta hablaron de ir por la presidencia del cuerpo, sin conseguir (de momento) consenso interno pleno. La batida, que procura presidir comisiones estratégicas, no tiene precedentes históricos. La tradición reserva el predominio al oficialismo, se mantuvo aun en 1987 y 1997, tras las derrotas de Alfonsín y Menem en las elecciones parlamentarias. La situación actual ni siquiera es idéntica: el actual oficialismo conserva (a diferencia de entonces) la primera minoría. La oposición, antaño, estaba cohesionada en una fuerza que había triunfado en los comicios: el peronismo en el ’87, la Alianza en el ’97. Ahora es un archipiélago de fuerzas que, de momento, se proyectan para presentar tres o cuatro candidatos presidenciales: Julio Cobos, un peronista disidente, Elisa Carrió, ¿Mauricio Macri? Por añadidura, Proyecto Sur se suma por izquierda a la avanzada, con Fernando Pino Solanas (otro aspirante a la presidencia) a la cabeza. No hay una oposición única, sino un archipiélago de bloques y de propuestas, sin afán de confluir. Los une apenas (nada menos) un común denominador, que es desbancar al kirchnerismo.

La legalidad no obsta al empeño opositor: si no hay consenso, las autoridades deben votarse. La tradición no recoge precedentes análogos, no por protocolo o por ritualismo hueco, sino por lógica de gobernabilidad. Ningún sistema político es conducido por la oposición parlamentaria, que se sepa. Si es un puzzle, mucho menos. Argentina es país fértil para las innovaciones, pero el canon dominante evita conflictos institucionales y una conducción policéfala sin programa ni presencia ejecutiva.

Esas son las buenas razones que tiene el Frente para la Victoria (FpV) para cuestionar la embestida. Pesa en su mochila su ineptitud (o falta de vocación) para articular en tantos años que ha contribuido al clima de encono vigente. Construir a pura imposición del número, sumar a pura tracción, tiene contraindicaciones en el plazo largo, ahora estallan.

La desmesura opositora, que podría ser destituyente si deriva en paralizar al Gobierno. Un incentivo pragmático podría marcarles límites. El radicalismo (segunda minoría), el peronismo disidente y PRO tienen buenas perspectivas de prevalecer en las elecciones de 2011. Hasta Julio Cobos está en distinta posición que cuando votó “no positivo”: es el mejor posicionado para llegar a la Casa Rosada sin atajos ni jugadas “a la hondureña”. Y ya no le falta tanto tiempo. La alternancia es un puntal de la democracia y un aliciente para no romper las reglas.

El FpV y el Frente del rechazo mantienen escasos contactos en la previa. Su acción simétrica es sumar adhesiones para definir el número de votos de cada sector. Más cerca del jueves, cuando ese horizonte (siempre móvil en los alineamientos micro) se despeje quizá negocien como sería deseable.

El porotómetro del cronista, con la foto de hoy, marca una mínima primacía opositora. Las definiciones de los legisladores de centroizquierda pueden ser cruciales. Dos sectores parecen haber definido su postura. Proyecto Sur se suma al centroderecha, lo que allegaría a la movida opositora alrededor de ocho diputados. El Nuevo Encuentro de Martín Sabatella es partidario de no “jugar con la derecha” y formar un bloque autónomo que defina ley por ley su postura, contaría con cinco diputados. Dos bloques bipersonales, el de los socialistas Jorge Rivas y Ariel Basteiro y el de Libres del Sur (Victoria Donda y Cecilia Merchán), están menos definidos. Toda descripción y, sobre todo, los números están sujetos a variaciones diarias.

Las disidencias aluden a la caracterización del kirchnerismo, si es el principal adversario o si es un gobierno con claroscuros, que produjo avances virtuosos y que tiene un techo en su marco de alianzas. También hay distancia en la evaluación de los costos (para el perfil propio y para el conjunto de la sociedad) que pueda significar favorecer el cambio de guardia parlamentario. Por decirlo en términos más polémicos, si los unos terminarán siendo funcionales a un oficialismo que nada tiene que ofrecer o los otros a una derecha que va por el poder con una agenda regresiva, sin más. Ese debate ya atraviesa el centroizquierda, el socialismo podría ser el fiel de la balanza, más adelante.

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