Son varias las consignas que circulan a nuestro alrededor que se pretenden mostrar como verdades reveladas, y que en más de una ocasión han mostrado no ser ciertas. No obstante, siguen circulando imperturbables. Así tenemos la consagración del "sentido común" como principio incuestionable de verdad, la idea de que sólo los políticos son corruptos, y además son los más corruptos del mundo, mientras el ciudadano de a pie es un dechado de virtudes cívicas, y así muchas otras.
Leyendo Página 12 me encuentro con dos noticias que, una vez más, se dan de bruces con dos de esas consignas:
1) Hay que dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro: "Dos desconocidos que se movilizaban en una camioneta intentaron secuestrar ayer a un comisario de la policía santafesina, Avelino Cantelli, pero se equivocaron de blanco y tomaron como rehén a un vecino de su misma edad y de gran parecido físico, a quien dejaron en libertad algunas horas más tarde. El martes, Cantelli había declarado como testigo en el juicio a los represores de la dictadura, entre ellos el ex juez Víctor Brusa, y acusó al ex gobernador Jorge Obeid por haber reciclado en la democracia a uno de los jefes del grupo de tareas que operó en Santa Fe: el ex encargado del Destacamento de Inteligencia Militar 122 Nicolás Correa, que estaba imputado en la causa, pero falleció en 2007." Como vemos el accionar de los genocidas de la dictadura no son hechos del pasado. Son hechos bien presentes que no le suceden sólo a los subversivos.
2) Ante los políticos corruptos e ineficaces la gestión de la cosa pública debe estar en manos de técnicos y especialistas de organismos privados (fundaciones, ONGs, etc.): "La ex secretaria de Ambiente Romina Picolotti tendrá que explicar en tribunales qué hizo con cerca de 22 millones de pesos que manejó en una decena de proyectos durante su gestión en la Secretaría de Ambiente. La jueza María Servini de Cubría la citó a indagatoria a pedido del fiscal Guillermo Marijuán, que señaló su presunta responsabilidad en el desvío de fondos públicos a través de distintos mecanismos que van desde la falta de rendición de cuentas y la aparición de gastos “irrisorios” hasta el uso injustificado de aviones privados. También llamó a declarar como sospechoso al senador electo Luis Juez, por el destino dudoso de 650 mil pesos que recibió (de Picolotti) para obras de saneamiento en sus tiempos de intendente cordobés."
La llegada de Picolotti al Gobierno vino de la mano de Alberto Fernández como un gesto de apertura a los ambientalistas entrerrianos. Como señalaba La Nación en noviembre de 2006: "El nombramiento en el Gobierno llegó después de que Picolotti recibiera un premio que le entregó la Fundación Sophie, de Noruega, por su lucha en temas ambientales y de derechos humanos. El galardón le había sido otorgado, justamente, por un estudio dedicado a las pasteras. Pero su trabajo en Derechos Humanos y en Ambiente había comenzado mucho tiempo antes. Se recibió de abogada en su Córdoba natal y luego obtuvo un máster en Derecho Internacional de la American University, de los Estados Unidos. Cuando ella trabajaba en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos conoció a quien luego sería su marido, Daniel Taillant, que en ese momento trabajaba para el Banco Mundial. (...) En 1999 decidieron volver a la Argentina y fundaron el Centro de Estudios de Derechos Humanos y Ambiente en Córdoba (Cedha), desde donde comenzaron a trabajar para extender su reconocimiento a todo el país. La ONG de Picolotti está financiada principalmente por la Fundación Richard y Rhoda Goldman, la Ford Foundation, y la Embajada Británica de Buenos Aires. "
La cuestión es que tras los desaguisados de esta referente de la sociedad civil, un político especialista en el tema debió hacerse cargo de la cartera. Los pergaminos de la ciudadana Picolotti no fueron sinónimo de transparencia y eficiencia. Claro que también hay políticos y políticos, veremos de qué lado queda el verborrágico amigo Juez.
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