La euforia que manifiestan ciertos medios locales ante lo que se presenta como el “inesperado” crecimiento de la economía brasileña, excede la mirada optimista que evalúa la repercusión que dicho crecimiento tendrá en la economía argentina.
Lo que motiva a estos sectores del establishment económico-financiero es nuevamente tener a mano el libreto de que Brasil es mejor país que la Argentina (o mejor, una dirigencia política de calidad superior), con el único objeto de hostigar al Gobierno, y, por supuesto, sin jamás reconocer su responsabilidad en la brecha que se abrió entre ambos países -si para ellos daba lo mismo fabricar caramelos que acero.
Las noticias que señalan que la economía del gigante vecino creció, en el primer trimestre del 2010, un 9% no sólo despertaron euforia en el presidente Lula (“vivimos una era dorada”) sino también en los inefables consultores locales. Por caso, para Gabriel Caamaño Gómez, de la consultora Joaquín Ledesma & Asoc, "Brasil anunció para el primer trimestre de 2010 casi el doble dinamismo del PBI que la Argentina, con una expectativa inflacionaria que es, como mínimo, cuatro veces inferior. Esto implica que en Brasil el derrame de cada punto de crecimiento sobre la mejora de las variables sociales es muy superior". Expresión que en nada se condice con los datos que publica el mismo diario para el que hiciera estas declaraciones (La Nación), donde se detalla que mientras la inflación oficial prevista para Brasil es del 5,6%, en la Argentina es del 10,2. Y en cuanto al crecimiento estimado del PIB, mientras que para Brasil es del 5,5%, en la Argentina es del 3,5%; expectativas que ya quedaron por debajo de lo que se viene.
Pero si nos atenemos a los datos contantes y sonantes que hoy tenemos, el crecimiento del 9% brasileño no está muy lejano, aunque traten de mostrarlo de otra manera, de la expansión del 6,4% de la economía argentina en el mismo primer trimestre del año. Recordemos además que la actividad económica creció 8,1% en marzo, el incremento más alto de los últimos 20 meses.
Para más datos, diremos que mientras en Brasil la actividad industrial (para el primer trimestre) creció un 4,2%, en la argentina la producción fabril acumulaba para abril una expansión del 9,4%.
Ahora, respecto a la referencia que hiciera Caamaño Gómez en cuanto a que “en Brasil el derrame de cada punto de crecimiento sobre la mejora de las variables sociales es muy superior” a lo que sucede en Argentina, viene bien recordar las declaraciones de Bernardo Kliksberg, el asesor principal de la Dirección Regional para América latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien afirmó que "para dar una idea comparativa, lo que Argentina va a invertir en el programa (AUH) es un poco más en porcentaje del PBI de lo que Brasil invierte en el gigantesco programa Bolsa Familia que el presidente Luiz Inacio Lula Da Silva generó para 50 millones de personas en Brasil, familias de pobreza extrema. Esto es política social en gran escala, fuera de las reglas tradicionales clientelares" (La Capital, 20-12-09). Ma qué derrame, Caamaño?
En fin, pareciera que para algunos la diferencia entre 6,4 y 9 es equivalente a la diferencia biológica entre una ameba y un mamífero, o por lo menos eso quieren hacerle creer a buena parte de la sociedad. Y pensar que hasta hace poco nos hablaban de Irlanda y España.
Lo que motiva a estos sectores del establishment económico-financiero es nuevamente tener a mano el libreto de que Brasil es mejor país que la Argentina (o mejor, una dirigencia política de calidad superior), con el único objeto de hostigar al Gobierno, y, por supuesto, sin jamás reconocer su responsabilidad en la brecha que se abrió entre ambos países -si para ellos daba lo mismo fabricar caramelos que acero.
Las noticias que señalan que la economía del gigante vecino creció, en el primer trimestre del 2010, un 9% no sólo despertaron euforia en el presidente Lula (“vivimos una era dorada”) sino también en los inefables consultores locales. Por caso, para Gabriel Caamaño Gómez, de la consultora Joaquín Ledesma & Asoc, "Brasil anunció para el primer trimestre de 2010 casi el doble dinamismo del PBI que la Argentina, con una expectativa inflacionaria que es, como mínimo, cuatro veces inferior. Esto implica que en Brasil el derrame de cada punto de crecimiento sobre la mejora de las variables sociales es muy superior". Expresión que en nada se condice con los datos que publica el mismo diario para el que hiciera estas declaraciones (La Nación), donde se detalla que mientras la inflación oficial prevista para Brasil es del 5,6%, en la Argentina es del 10,2. Y en cuanto al crecimiento estimado del PIB, mientras que para Brasil es del 5,5%, en la Argentina es del 3,5%; expectativas que ya quedaron por debajo de lo que se viene.
Pero si nos atenemos a los datos contantes y sonantes que hoy tenemos, el crecimiento del 9% brasileño no está muy lejano, aunque traten de mostrarlo de otra manera, de la expansión del 6,4% de la economía argentina en el mismo primer trimestre del año. Recordemos además que la actividad económica creció 8,1% en marzo, el incremento más alto de los últimos 20 meses.
Para más datos, diremos que mientras en Brasil la actividad industrial (para el primer trimestre) creció un 4,2%, en la argentina la producción fabril acumulaba para abril una expansión del 9,4%.
Ahora, respecto a la referencia que hiciera Caamaño Gómez en cuanto a que “en Brasil el derrame de cada punto de crecimiento sobre la mejora de las variables sociales es muy superior” a lo que sucede en Argentina, viene bien recordar las declaraciones de Bernardo Kliksberg, el asesor principal de la Dirección Regional para América latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien afirmó que "para dar una idea comparativa, lo que Argentina va a invertir en el programa (AUH) es un poco más en porcentaje del PBI de lo que Brasil invierte en el gigantesco programa Bolsa Familia que el presidente Luiz Inacio Lula Da Silva generó para 50 millones de personas en Brasil, familias de pobreza extrema. Esto es política social en gran escala, fuera de las reglas tradicionales clientelares" (La Capital, 20-12-09). Ma qué derrame, Caamaño?
En fin, pareciera que para algunos la diferencia entre 6,4 y 9 es equivalente a la diferencia biológica entre una ameba y un mamífero, o por lo menos eso quieren hacerle creer a buena parte de la sociedad. Y pensar que hasta hace poco nos hablaban de Irlanda y España.
Lo primero que tengo que decir es que si hay 50 millones de brasileños en extrema pobresa, esto significa entre el 20% y el 25% por debajo de la linea de indigencia despues de ocho (8) años de Lula y las estadisticas oficiales de Brasil parece que dicen otra cosa, y agrego que creo que es cierto ese nivel de indigencia (mas del 20%,por favor, comparar), por lo que conosco de ese país.
ResponderEliminarEl segundo punto para tener en cuenta es cual es el el punto de partida de ambos crecimientos, porque creo recordar que el primer trimestre del 2009 de Brasil fue de una caida bastante importante del PBI, que en la Argentina recien (y mas atenuada) se presentó en el segundo trimestre.
Informe de agosto de 2008
ResponderEliminarEl 45,7% de los brasileños de hasta 17 años vive en hogares cuya renta mensual per cápita es inferior a medio salario mínimo legal (unos 105 dólares), considerado el umbral de la pobreza en el país, según el informe Síntesis de Indicadores Sociales.
El estudio agrega a modo de comparación que el 30% de los brasileños, sin importar su edad, vive en hogares pobres.
El informe, elaborado por el oficial Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), se basó en los datos de la Encuesta Nacional de Domicilios por Muestreo, que encuestó el año pasado a cerca de 400.000 personas en 148.000 hogares de 851 municipios.
El dato sobre el nivel de vida de los menores es significativo si se tiene en cuenta que el porcentaje de hogares brasileños considerados bajo la línea de la pobreza bajó del 31,8% en 2002 al 23,5% en 2007.
En números absolutos, de los cerca de 60,1 millones de familias brasileñas, 14,1 millones eran consideradas pobres el año pasado y 28,1 millones tenían al menos un niño o un adolescente.
Según el estudio, los niños brasileños con menos de seis años son los más afectados por las carencias del país en saneamiento básico, que son las principales causantes de la mortalidad infantil y de varias enfermedades.
Pese a que el 62,4% de los domicilios brasileños cuenta con saneamiento básico, entre las familias con niños menores de seis años sólo el 54,5% dispone de ese servicio.