martes, 29 de junio de 2010

La perversión de la ortodoxia

Leemos a Paul Krugman en La Nación de hoy...

Es casi como si los mercados financieros entendieran aquello que los políticos no parecen comprender: que aunque la responsabilidad fiscal a largo plazo es importante, rebajar drásticamente el gasto en una depresión, profundizándola y abriendo paso a la deflación, es una actitud verdaderamente autodestructiva.

Así que no creo que nada de esto se justifique con Grecia, ni tampoco que sea una evaluación realista de la compensación de la relación entre el déficit y el empleo.

Es, en cambio, el triunfo de una ortodoxia que tiene poco que ver con el análisis racional y cuya premisa fundamental es que
imponer sufrimientos a otras personas es la manera de demostrar la capacidad de liderazgo en las épocas difíciles.

¿Y quién pagará el precio de este triunfo de la ortodoxia? La respuesta es: decenas de millones de trabajadores desocupados, mucho de los cuales seguirán sin empleo durante años, y algunos de los cuales nunca más volverán a trabajar.

... y recordamos a Patricia Bullrich, en su calidad de ministra de la Alianza, comentándole a Mirtha Legrand, en su paquete almuerzo televisivo, lo estricto que serían en rebajar las jubilaciones y los salarios a los empleados del Estado.

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