viernes, 3 de abril de 2009

Cumbre del G-20


Optimismo: “Un nuevo orden mundial está emergiendo. El Consenso de Washington está muerto. Estamos frente a un giro histórico. El secreto bancario es cosa del pasado. Ya no habrá recompensas a los que fracasan. Cada una de esas frases fue pronunciada ayer por el primer ministro inglés, Gordon Brown, y por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como conclusión de una reunión histórica del Grupo de los 20. La declaración final de la cumbre aspira a ser tan contundente como la crisis económica que la motivó. Su tono fue saludado con entusiasmo por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien se congració de que ahora sean los líderes mundiales quienes arremetan contra las bases del neoliberalismo, al menos desde el discurso.” (Página 12)

Sarcasmo: “Se destinará un billón de dólares a apuntalar las economías más frágiles y estimular el comercio mundial. Se aplicará mano dura contra los paraísos fiscales y las bonificaciones; las reglas de juego serán más estrictas y se mejorará el control de las entidades financieras. Se predice que a fines del año próximo, la economía mundial volverá a crecer, esta vez con un 4%. Quien crea en conferencias cumbres, declaraciones finales y otras maravillas, puede irse a dormir tranquilo. (…) Quizás debamos mirar a la globalización como lo que es, y dar un paso atrás. Mejor dejar que China invierta en su propia economía y su descuidada agricultura. Que India se preocupe más por la enorme brecha entre ricos y pobres en su población. Dejar que Europa realmente invierta en educación y en innovaciones sostenibles. Y que de una vez por todas, los norteamericanos ahorren dinero.” (Radio Nederland)

Pesimismo: “Como era de esperar, poco y nada concreto salió de la reunión. Y esto por varias razones. Primero, porque lo que con arrogancia e ignorancia inauditas algunos caracterizaron como Bretton Woods II ni siquiera se planteó la pregunta fundamental: ¿reformar para qué, con qué objeto? Al soslayarse el tema por omisión quedó establecido que el objetivo de las reformas no sería otro que el de volver a la situación anterior a la crisis. Esto supone que lo que la causó no fueron las contradicciones inherentes al sistema capitalista sino aquella ‘exuberante irracionalidad de los mercados’ de la que se lamentaba Alan Greenspan, sin percatarse que el capitalismo es por naturaleza exuberantemente irracional y que esto no se debe a un defecto psicológico de los agentes económicos sino que tiene sus fundamentos en la esencia misma del modo de producción. Segundo: dado lo anterior no sorprende comprobar que el G-20 haya decidido fortalecer el papel del FMI para liderar los esfuerzos de la recuperación, siendo el principal autor intelectual de la crisis actual.” (Atilio Borón, Página 12)

Como vemos hay para todos los gustos, pero la cuestión es que nadie sabe lo que nos deparará el futuro inmediato, así que en el mientras tanto como dice el querido Aldo Ferrer tratemos de que el mundo no nos ahogue y sigamos construyendo la Argentina a partir del ahorro interno (30% del PIB). No se por qué me vino el recuerdo del ex viceministro de Roque Fernández y rector del CEMA, Carlos Rodríguez, cuando por la televisión proclamaba las grandes virtudes que tenía vivir endeudado con los organismos financieros internacionales: “significa que generamos confianza”.

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