domingo, 5 de abril de 2009

Felipe II y su corte sojera


Recuerda Horacio Verbitsky en su artículo de hoy en Página 12: "(...) Un dato que incluso algunos calificados investigadores desconocen es que el principal impulsor de la autorización de la soja RR y el glifosato fue el ingeniero Héctor H. Huergo, a quien Solá designó como director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, donde permaneció entre febrero y noviembre de 1994. Su esposa de entonces, Silvia Mercado fue la agente de prensa de Solá. El ingeniero agrónonomo e historiador Alberto Lapolla, quien renunció como responsable agrario de Proyecto Sur cuando Claudio Lozano votó en la Cámara de Diputados en contra de las retenciones, como reclamaba la Sociedad Rural, fue compañero de facultad de Huergo. Allí ambos conocieron a Solá, que era unos años menor. Lapolla recuerda que por entonces, Huergo era el dirigente estudiantil del Partido Obrero Revolucionario Posadista. Luego se acercó al frigerismo y en vez de escribir en Voz Planetaria, que era el órgano oficial del POR, ingresó a Clarín, donde desde 1971 dirige el Suplemento Rural. Huergo también preside la Asociación Argentina de Biocombustibles, tiene una consultora en agronegocios y fue el introductor en el país del modelo norteamericano de las ferias abiertas, que Clarín y La Nación aplican en la empresa conjunta Expoagro. Lapolla agrega que durante el gobierno de Alfonsín, Cavallo propuso desde la Fundación Mediterránea “volver al modelo agroexportador que tuvo la Argentina en el pasado”. Cavallo lo llamó “agro petropower” y otro compañero de Huergo y Solá, Héctor Ordóñez, “una Argentina verde y competitiva” que implicaba dejar de lado el proceso de industrialización. El ingeniero agrónomo Luis Polotto, quien militó con Solá en la agrupación estudiantil Cimarrón, cuenta que al asumir con Menem, Solá convocó a varios ex compañeros y les preguntó quiénes estaban dispuesto a acompañarlo para hacer “lo contrario a lo que siempre dijimos”. Polotto trabajaba en esos años en la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, la cual propuso investigar los efectos que podría tener la introducción de la soja transgénica. Pero Agricultura y el INTA respondieron que era un tema de su competencia, la secretaria María Julia Alsogaray no insistió y Solá firmó el permiso. Lo hizo en dos resoluciones notablemente escuetas. La 115, del 14 de marzo de 1996, estableció el método de solicitud de autorizaciones para “la experimentación o liberación de la semilla de soja transgénica”. La 167, del 3 de abril de 1996, autorizó a producir y comercializar la semilla y los productos y subproductos de la soja “tolerante al herbicida glifosato”. Ese mismo año, Huergo creó el canal Rural de televisión por cable. Jorge Rulli, quien era titular de la Comisión Nacional de Diversidad Biológica dependiente de la Secretaría de Agricultura le reprochó a Huergo que violara los pactos firmados por la Argentina sobre biodiversidad. Huergo le contestó que se había quedado en el pasado: “Hoy la biodiversidad se hace en los laboratorios”. Para Lapolla las autorizaciones deberían emanar del Ministerio de Salud, ya que es imposible obviar los efectos de los transgénicos sobre el ecosistema, sobre la selección natural y sobre otras especies, como la maleza, que no pueden evaluarse en un par de años y sin una investigación multidisciplinaria, compleja y cara. “Ya entonces Huergo era un empleado de Monsanto. Desestructuró el INTA, transfirió el capital genético estratégico para el país a las empresas privadas como Monsanto y Nidera, les permitió el acceso a los archivos secretos del INTA, cuyos equipos de investigación también fueron comprados por estas empresas. Esto le permitió a Monsanto crear la soja RR sobre la base de la variedad de soja natural desarrollada en la Argentina para los suelos del país. Quienes estaban en desacuerdo fueron despedidos del INTA. Así se perdió, entre otras, una variedad de maíz resistente a las sequías, que hubiese sido muy rentable para los pequeños productores y podría haber competido contra la soja transgénica. Huergo hizo todo esto, pero el impulsor decisivo del avance de la soja transgénica en la Argentina fue el propio Solá”, concluye Lapolla."

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