¿Y para qué vivir, si ya no tienes fe en tu hermano, al que no amas ya? ¡Ya no me digas que se siente! Si no se cambia hoy, no se cambia más... Y tus hijos sabrán, que vendiste tu amor... L. A. Spinetta
miércoles, 15 de abril de 2009
La patota industrial
Hector Méndez asumió la conducción de la Unión Industrial Argentina (UIA) disparando una serie de advertencias al Gobierno nacional, que estarían indicando que el capital concentrado está cerrando filas con el objeto de, cuanto menos, domesticar el curso político y económico que imprime la presidenta.
De la lectura de la prensa se desprende un tono altanero de la nueva conducción industrial. Tomemos por caso la crónica de Crítica (que no disiente con otras):
- Méndez sorprendió a propios y extraños al afirmar que la administración de Cristina Kirchner “era industrialista” (así, en tiempo pasado) y que ahora “debe haber cambiado las prioridades”.
- También el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, quien ayer se ufanó ante este diario de ser “el único que viene diciendo que se está haciendo todo mal desde hace cinco años”.
- Méndez aseguró que esos tiempos de la indulgencia terminaron. “En épocas de bienestar hay una tendencia a ser menos críticos. Hemos sido muy tolerantes con todo lo que nos dictaba el Gobierno”, admitió.
- Daniel Funes de Rioja, laboralista patronal estrella y ahora vice de la UIA, fue más al grano. “La solución no es prohibir los despidos sino crear una mejor red de contención social”, advirtió. Y vaticinó que “vamos a un escenario de mucha mayor conflictividad”.
Presumiendo un tiempo de debilidad del Gobierno, luego del conflicto con las patronales agropecuarias y la crisis internacional, la dirigencia industrial intentará meter presión para imponer sus condiciones: devaluación, rebajas salariales y despidos como moneda de ajuste. Se relamen imaginando poder hacer leña de un árbol que no está caído a pesar de los hachazos de los principales beneficiados de un modelo que se propuso el desarrollo industrial de la Argentina.
Datos
En el período 2003-2006, el PBI creció un 8,8 por ciento promedio: el PBI industrial lo hizo en un 10,0 y el agropecuario en menos de 6,0 por ciento.
En ese lapso, las exportaciones de productos primarios aumentaron un 134 por ciento, las de manufacturas de origen agropecuario, un 135 y las de manufacturas de origen industrial, un 127. Pero las exportaciones de vehículos aumentaron 220 por ciento y las de soja y aceite 150.
A diferencia de lo que sucedió en Brasil por estos años, el desarrollo económico no sólo se sostiene en un crecimiento de las exportaciones sino también en una expansión del consumo interno. Al 2008 las ventas al exterior representan el 22% del PBI.
Hasta los cinco primeros meses del 2006 las firmas nacionales o extranjeras ya habían encarado proyectos de inversión por un monto estimado en 8.700 millones de dólares, equivalente al 90% de todo lo realizado en 2005.
Incentivos gubernamentales: devolución anticipada del IVA sobre inversiones en bienes de capital, eliminación de gravámenes a la importación de bienes de capital y liberación de pagos en concepto del impuesto a la ganancia mínima presunta para los activos que ingresen en estos regímenes de promoción, plan de obras públicas, programas (mal utilizados por algunos sectores empresarios) para alentar el consumo, entre otros (ver documento del INTI: Incentivos y beneficios fiscales a la producción de bienes industriales).
Molestos
Los empresarios están molestos con el Gobierno por la línea de acción que se ha seguido en el marco de la crisis mundial. Entre otras podemos mencionar no haber seguido el nivel de devaluación llevado a cabo en otros países de la región, no aligerar la “carga” impositiva (recomendamos la entrevista a Jorge Gaggero reproducida en este blog), la contención de despidos y suspensiones, la designación de directores en empresas privadas vía acciones en poder del ANSES, el conflicto con las empresas de comunicación. Pero lo que centralmente están discutiendo es la distribución interna de la renta nacional. . La defensa del mercado interno es una pasión moderada en ellos, los puede más producir para el exterior con mano de obra barata y bajos niveles de inversión en investigación y desarrollo, salvo excepciones.
En definitiva lo que están discutiendo es el siguiente dato: en el 2003 los trabajadores participaban en el 34,3 por ciento del PBI; en el 2007 en el 42,9 por ciento y en el 2008 43,6 por ciento. Para ellos es tiempo de cortar esta racha creciente.
Citando a Basualdo, hace un tiempo que Horacio Verbitsky nos viene recordando que “Perón consiguió disciplinar a varios sectores centrales de la economía agroexportadora, que estaba agotada, pero fue doblegado por las fracciones de capital líderes en la actividad industrial que promovía el peronismo, tanto el capital extranjero como la fracción dominante de la oligarquía argentina. La burguesía nacional alentada e impulsada desde el gobierno era endeble en términos estructurales y más dependiente de los sectores dominantes que del gobierno en términos ideológicos y productivos. “El principio del fin del gobierno peronista comienza cuando la rentabilidad obtenida por las fracciones industriales dominantes comienza a descender. Entiéndase bien, a disminuir respecto de la ‘época de oro’ (40 por ciento de rentabilidad sobre el capital invertido en 1949 por las subsidiarias extranjeras)”, aunque seguía siendo “notablemente alta en términos históricos e internacionales (entre el 17 y el 18 por ciento en 1952 y 1953). Ante esta situación, tal como lo harán sistemáticamente en los años posteriores, las fracciones dominantes del capital llevarán a cabo una ofensiva política, ideológica y económica para instalar socialmente la convicción de que el problema radica en la excesiva intervención y gasto estatal y en el elevado nivel de los salarios.”.
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