El 16 de abril de 2009 una unidad especial de la Policía mató en el Hotel Las Américas en Santa Cruz al croata Eduardo Rozsa Flores, al húngaro Arpad Magyarosi y al irlandés Michael Dwyer. Quedaron detenidos el húngaro Elod Toaso y el boliviano-croata Francisco Tadic Astorga. A mediados de febrero la fiscalía boliviana aportó nuevos detalles sobre las vinculaciones del comando desarticulado con la CIA.
En el ordenador de Rozsa se encontraron ficheros que vinculaban a este mercenario con el espía húngaro Istvan Belovai. En los años 80 este teniente coronel traicionó a su patria, vendiendo información a la CIA, cuyos servicios de contraespionaje detuvieron a varios topos que desde Alemania pasaban información a la KGB. Luego cayó Belovai, excarcelado tras la caída del socialismo en Europa occidental, pero nunca rehabilitado. El traidor se marchó a EEUU donde, a los 71 años, murió en noviembre «tras una larga enfermedad», seis meses después de que cayera el comando en Bolivia. Malo es quien mal piensa ante este coincidencia.
De Croacia a Hungría
Belovai es una pieza que une a los mercenarios con la CIA y Hungría, Rozsa es la otra. Este croata nació en Bolivia y luego se fue a vivir a Hungría donde recibió entrenamiento militar, descubre el periodista canadiense Jean-Guy Allard en su artículo sobre el complot neonazi contra Evo. En los noventa Rozsa luchó como mercenario en la guerra de Croacia moviéndose siempre en organizaciones fascistas a la sombra de la CIA. En su perfil, colocado en la red social ning, se relaciona tanto con un tal Laszlo Braczi, que viste el uniforme de la Guardia Húngara, como con Branko Marinkovic. Este último, empresario pudiente de Santa Cruz e hijo de un nazi croata, se halla en busca y captura después de que la fiscalía boliviana le acusara de financiar con 200.000 dólares al grupo de Rozsa. También los húngaros Magyarosi y Toaso tenían vínculos con el mundo fascista, según Allard, en concreto con la húngara Szekely Legio (Legión Siculus) que realizó acciones violentas en territorio rumano.
Siguiendo los hilos, uno conduce a través de conocidos anticubanos y antichavistas hasta la CIA, mientras que el otro termina en el ámbito de la Guardia Húngara.
Esta organización paramilitar fue fundada en 2007 bajo el nombre de Magyar Garda, respaldada por el partido fascista Jobbik. Desde 2009 está presente con tres diputados en el Parlamento Europeo tras lograr el 15% de los votos -tercera fuerza política del país-. En julio pasado la justicia ilegalizó la Garda, cuyos miembros visten uniformes que recuerdan al fascismo húngaro y se dedican a atacar la minoría gitana (Rom). El presidente de Jobbik, Gabor Vona, rechazó la ilegalización y acto seguido los paramilitares se refundaron como Fundación Magyar Garda. La organización cuenta con el respaldo de los sectores ultra de la política y de la iglesia protestante, personificados por el cura calvinista Lorant Hegedus y el ex ministro de Defensa Lajos Fur. En verano de 2009 varios medios alemanes informaron de las maniobras paramilitares que la Garda realizaba a la luz del día en territorio húngaro. Hasta ahora sus actuaciones parecían ser nada más que un problema neonazi en aquel país europeo. Pero con la CIA en el fondo y los vínculos con lo ocurrido en Bolivia, el panorama cambia.
La colaboración de la CIA con los neofascistas recuerda a Gladio, la secreta estructura de la OTAN, organizada a base de grupos fascistas que en caso de ocupación soviética deberían protagonizar una guerra de guerrillas. La invasión no tuvo lugar y la CIA empleó el Gladio italiano para evitar que en Roma los comunistas llegasen al poder. Varios gladiadores italianos intervinieron en la guerra sucia del Estado español contra la resistencia vasca. Gladio quedó inoperativo tras su descubrimiento en los años 90.
La Guardia Húngara se presta porque permite a la CIA, por un lado, disponer de un instrumento efectivo para proteger sus intereses contra Berlín, París y Moscú en Europa oriental. Por el otro, la internacional fascista vuelve a ser su arma letal para azotar a gobiernos y sociedades progresistas tanto en Bolivia como en Europa. Grecia podría ser el siguiente escenario de actuación ya que la actual crisis podría culminar en el auge de la bien organizada izquierda. El flanco débil de los helenos es la frontera con los Balcanes, lugar que parió a mercenarios como Rozsa.
Fuente: Gara
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