miércoles, 24 de marzo de 2010

Palabras de la Presidenta en el Acto por el Día Nacional De La Memoria


Señor Ministro de Derechos Humanos de la República Federativa del Brasil; querido amigo, senador mandato cumplido de la República de Chile, Carlos Ominami, gracias por estar con nosotros; organizaciones de derechos humanos, Madres, Abuelas, H.I.J.O.S., Familiares, asambleas permanentes, en fin, todos aquellos que mantuvieron viva la llama de la memoria y la demanda de verdad y de justicia: a todos ustedes, en nombre de todos los argentinos y también creo en nombre de la condición humana, independientemente del lugar en que uno haya nacido o al dios que le rece, en nombre de la condición humana, muchas gracias por estos años de lucha.

Pero quiero también agradecerles otras cosas, tal vez, menos perceptibles, tal vez, menos identificables, pero, sin lugar a dudas, muy valiosas. Porque a mí durante mucho tiempo, el 24 de marzo lo vivía como con dolor, como con rabia, como con bronca, como tal vez lo vivían muchísimos argentinos. Pero la verdad, que de las Madres, de las Abuelas, de Estela, de Eve, de Tati, de Rosa, no quiero dejar de nombrar a alguna, pero en ellas las nombro creo que a todas, aprendí a recordar de otra manera. Aprendí a recordar con amor, aprendí a recordar con demanda de memoria, de justicia y de verdad, pero también de amor a la vida y de alegría, porque ellas son, para los que las conocemos, para los que charlamos con ellas, son alegres, es increíble. Yo siempre lo dije: cuando me tocó en mi banca de senadora decretar la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final, no sé si hubiera podido hacer lo que ustedes hicieron.

Cuando la veo a Elsa, con su marido y sus 4 hijas todos desaparecidos, sin familia, y la veo con esperanzas, con alegría, recordando con amor, digo "por eso estamos aquí, porque no nos ha movido ni el odio ni la destrucción, al contrario, nos ha movido el amor y la construcción permanente que es lo que verdaderamente perdura y enaltece a la condición humana".

Fíjense, hoy estamos inaugurando este fantástico Centro Cultural que lleva el nombre de ese extraordinario escritor argentino desaparecido Haroldo Conti. Y en este lugar, que ha sido remodelado, rediseñado pero que conserva sus estructuras originales pero absolutamente modernizadas, en este lugar que fue viejo porque fue de destrucción y de muerte, ahora es nuevo porque es de construcción y de amor.

Acá vamos a exhibir las obras de arte de artistas nacionales, de artistas extranjeros, acá podrán venir argentinos y ciudadanos del mundo a mirar arte, a mirar vida, a mirar construcción, a mirar cómo pudimos sobreponernos a todo lo que sucedió entre estas paredes y fuimos capaces, porque este es el ejercicio de la memoria, no la destrucción de este espacio, de recuperarlo para el amor, para el arte, para la vida, para la construcción que es lo que nos moviliza y lo que nos va a seguir movilizando siempre.

Y también, como Presidenta de la Nación, tal cual lo dije en mi mensaje a la Asamblea Legislativa, queremos finalmente que se aplique la justicia con los jueces de la Constitución, que finalmente termine, como recién decía el papá que me precedió en el uso de la palabra, este capítulo tan trágico de los argentinos y podamos dar vuelta esa página de la historia pero con verdad y con justicia que es lo que queremos, no es tanto.

Yo creo que nosotros tenemos, y cuando hablo de nosotros hablo de todos aquellos que creen en el ejercicio de la memoria, de la verdad y de la justicia y que viene hasta de mandatos bíblicos, ni siquiera nos detenemos en un capítulo político o ideológico. La demanda de justicia perseguirás, de memoria y de verdad, viene de todos los mandatos, de todas las creencias, de todas las religiones y por eso son valores universales. No estamos planteando valores en la Argentina o valores traídos de los pelos aquí, lo que estamos planteando son valores universales, los que nos convierte en un país que mire con dignidad y con orgullo al mundo y que también sea mirado por el mundo con respeto y honor.

Yo no quiero vivir en un país donde como Mandataria cuando uno va a visitar a otro mandatario extranjero le reclaman por justicia acerca de ciudadanos de sus propios países que fueron desaparecidos o detenidos aquí en la Argentina.

Recuerdo la primera vez que acompañé en una gira al exterior a mi compañero de toda la vida y fuimos a entrevistarnos con el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac. Nadie podrá pensar que Jacques Chirac sea un hombre de izquierdas. Pero lo primero que le dijo al entonces presidente -yo estaba ahí acompañándolo- fue "la sociedad francesa no puede entender que todavía, quien fue responsable de la desaparición de ciudadanos franceses, siga en libertad", lo recuerdo como si fuera hoy. Y déjenme decirles que como argentina sentí una inmensa vergüenza porque no tuve respuestas. Y miren que suelo tener respuestas para todo, pero no, ahí no pude.

Por eso le pedimos todos los argentinos, encarecidamente, a nuestra Justicia que termine con esta página y podamos seguir construyendo memoria, seguir construyendo justicia y respeto y honor en el mundo.

Yo no quiero terminar sin dirigirme a quien quiero mucho y que se llama Estela Carlotto y que es la presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Tal vez, Estela sea un emblema, un símbolo de esa reconversión de la lucha que al principio fue para que aparecieran los que no estaban y reconvertir esa lucha en búsqueda de los que sí sabemos que están, de los que sí sabemos que están pero que todavía nos ocultan.

Déjeme decirles, Estela, Rosa, todas las abuelas, que están buscando todavía a sus propios nietos, pero que ya le han devuelto a sus familias y a los argentinos, porque cada nieto que aparece no es solamente un nieto de la familia, cada nieto que aparece es una victoria sobre el olvido, sobre la muerte y es, esencialmente, también una victoria del Estado de derecho, sí del Estado de derecho, del Estado de derecho, del Estado de derecho, de la calidad institucional que tanto replican.

¡Cómo puede haber calidad institucional, cómo puede haber Estado de derecho si no hay identidad cuando es el de la identidad el primer derecho!

Nacés y tenés que saber quién sos, porque si no sabés quién sos no tenés libertad, porque no podés elegir; nadie que no pueda elegir, tiene libertad; nadie que no sepa quién es realmente, es libre.

Por eso, yo quiero decirte, Estela, porque sé que estás atravesando uno de los momentos más difíciles, vos y la democracia argentina: saber si los argentinos y su Justicia, porque es nuestra Justicia, la que tenemos, si nuestra Justicia será capaz de atravesar esta verdadera prueba del ácido para saber si vivimos en democracia. Saber si realmente -y déjenme apostar a que sí, por favor, tengo la obligación de creerlo porque soy la Presidenta de los argentinos- y déjenme creer que va a haber justicia y que finalmente, luego de tantos años de impunidad por el poder mediático, vamos a poder saber y conocer realmente la identidad que usted está denodadamente tratando de buscar pero, déjeme decirle también a usted y a todos como Presidenta de todos los argentinos, que confío que finalmente va a haber justicia, que confío que finalmente, pese a ese inmenso poder casi extorsivo sobre políticos, sobre jueces, hasta sobre empresarios, casi un poder mafioso, si realmente vamos a poder sobreponernos y conocer realmente esa identidad. Y déjeme comprometerme ante usted, ante ustedes y ante todos los argentinos, que si no encontramos justicia en la Argentina, yo como Presidenta la voy a acompañar a otros tribunales internacionales también demandando justicia.

Yo confío y déjenme decirles algo sinceramente desde el corazón: ustedes saben que no digo las cosas por decir nunca -así me cuesta lo que me cuesta, pero bueno, soy así y no voy a cambiar ahora- déjenme decirles que tengo confianza en que no vamos a tener que llegar a esa situación. Tal vez, mi condición de abogada, mi condición de haber sido durante tantos años presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales en mi Provincia y en el Senado de la Nación, me hacen ver tan claras nuestras leyes, me hacen ver tan claros nuestros códigos de procedimientos, me hacen ver tan claro nuestro Código Penal, los derechos tan claramente expresados, que me resisto a que finalmente no sean aplicados y, sobre todo, cuando no estamos hablando de cuestiones menores; estamos hablando, nada más y nada menos, que de delitos de lesa humanidad, imprescriptibles, que ni siquiera pudieron ser alcanzados por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Estoy hablando de cosas muy importantes, muy sagradas.

Por eso, confío, confío y espero, pero también me comprometo con usted a que usted, señora, usted y quienes sean los familiares de esos jóvenes, van a tener justicia porque van a tener identidad.

Yo quiero, finalmente, convocar desde este Día de la Memoria a todos los argentinos, a todos y cuando digo a todos, solamente estoy excluyendo a pequeños grupúsculos que se esconden a través de pretendidas ideologías -acá no se confundan-, nosotros tenemos nuestro corazón, pero no se confundan que este es un problema de derechas y de izquierdas, no. Yo conozco gente que no piensa igual que yo, yo conozco gente que puedo definir marcadamente de derecha conservadora y, sin embargo, nunca podrá estar de acuerdo con procedimientos como los que hemos vivido durante la dictadura militar. Porque son cuestiones que están más allá, son cuestiones que, como decía al principio, tienen valor universal. Lo digo aquí en la Argentina y lo dije también en el Bosque de la Memoria en Israel, en Jerusalén, cuando frente al Monumento de los Judíos Detenidos Desaparecidos de la Argentina, acordábamos estas cosas que atraviesan todas las religiones, que atraviesan todas las creencias: el respeto y el valor a la vida, a la memoria y a la justicia.

En nombre de esos tres valores universales, convoco a la Argentina a la reflexión y también a la construcción de un país que deje atrás, con justicia y castigo para los que delinquieron. Por allí escucho alusiones a olvidar el pasado, pero el pasado no está siendo juzgado, los que están siendo juzgadas son personas concretas que cometieron violaciones, el pasado no se juzga (APLAUSOS), el pasado no se juzga, no hay ninguna figura en el Código Penal que castigue ser miembro del pasado; todos los tipos penales son claros, objetivos y concretos. Un razonamiento de esta naturaleza nos llevaría a decir que, bueno, que alguien que mató hace cinco años, como ya es pasado tampoco que sea juzgado.

Acá nadie está juzgando el pasado, acá lo que estamos juzgando son delitos concretos cometidos por hombres concretos, nada más que eso ni nada menos.

Por eso, quiero convocarlos a todos a la construcción de esta sociedad democrática donde debatamos, tengamos puntos de vista diferentes, donde algunos crean que hay que ir para un lado o para el otro, pero que a nadie se le ocurra porque el otro quiere ir para el otro lado, tomarlo preso, detenerlo o hacerlo desaparecer.

Es muy poco lo que estamos pidiendo: libertad, libertad y democracia, libertad, democracia y justicia. Por eso, con amor y construcción siempre, ustedes nos enseñaron y nosotros aprendimos. Muchas gracias a todos y a todas, muchas gracias.

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