jueves, 18 de marzo de 2010

Vaquitas ajenas


Por Enrique Martínez *

La Federación Agraria Argentina está auspiciando un proyecto de ley para frenar la compra de tierras por parte de extranjeros, quienes ya serían dueños de 20 millones de hectáreas productivas en el país. ¿Cómo no adherir al concepto? Pero la situación invita a varias reflexiones complementarias.

Primero: En tiempos de globalización, donde los inversores pueden ir a cualquier rubro en cualquier punto del planeta, que se compre semejante superficie en Argentina muestra que tener tierra es muy buen negocio. No se compra la tierra sólo para mirar serenamente la puesta de sol, con todo lo bello que ello puede ser.

Segundo: Es un gran negocio, aunque se viva a decenas de miles de kilómetros de distancia, porque sólo en esta región se da en arriendo tanta tierra y con tanta renta para el propietario pasivo. Sólo hay que ser dueño. Ni siquiera hay que conocer el campo.

Tercero: Para más seguridad del inversor extranjero están los pools de siembra, que son grandes y brindan la tranquilidad de alquilar miles de hectáreas de una vez, sin tener que negociar con demasiados contratistas. Son dos caras de la misma moneda.

¿A qué aspira la Federación Agraria? Su mirada estratégica la deberían explicar ellos. Sería bueno entender cuál es la visión última de la estructura productiva agropecuaria que les parece adecuada para un país justo. Pero en concreto, si el actual intento de bloquear a los extranjeros es exitoso, lo que se conseguirá es simplemente reservar el fabuloso negocio actual para quienes ya lo disfrutan, sin resolver el problema de fondo, que es que la demanda de tierra para trabajarla es muy superior a la oferta.

Muy distinto sería aplicar una legislación que obligue a los dueños de la tierra a no dejar la tierra ociosa, trabajándola por sí mismos o por terceros que tengan su sede física a distancias razonables del emprendimiento, digamos 100/150 kilómetros como máximo. Esta lógica recuperaría el sentido de que la tierra debe ser para quien la trabaja, con una mirada de promoción regional fuerte, y simultáneamente haría disminuir con fuerza el interés de extranjeros por comprar cajas de seguridad de miles de hectáreas de dimensión, que es lo que hoy hacen.

La soberanía sin justicia es una consigna falsa. La bandera antes que la dignidad para todos ya fue expuesta por el nacionalismo oligárquico hace casi un siglo. Es conveniente equilibrar las cargas en el carro. Que la tierra sea para los argentinos, pero para todos.

* Presidente del INTI.

Fuente: Página 12

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