martes, 2 de marzo de 2010

Tembló el ejemplo chileno


No sólo desde lo económico, también Chile fue el modelo político e institucional que desde la oposición se le lanzaba al Gobierno ante cada medida que se vino tomando para sacar a la Argentina de la miseria en la que nos sumieron ellos mismos y sus aliados.


Chile era el ejemplo de calidad institucional, eficiencia y convivencia política, logros supuestamente conseguidos tras el consenso hegemónico impuesto por la brutal dictadura de Augusto Pinochet.


Pero el modelito se quebró con un violento terremoto. mostrando sus más profundas fisuras. “Los saqueos, esporádicos en un principio, se incrementaban y se hacían violentos a medida que pasaban las horas después de un fuerte sismo que devastó Chile el sábado pasado y aumentaba la angustia por la falta de alimentos y el abandono que se vive en varias poblaciones”, señalaba un cable de la agencia AFP. En Concepción, donde se produjeron los principales destrozos, “no se había implementado un canal de distribución de alimentos y, a pesar de la militarización de las calles, los saqueos continuaban, agravados el lunes por dos incendios provocados que afectaron un supermercado y una tienda de departamentos”, agregaba la agencia francesa.


Ante la ola de violencia el gobierno ordenó el toque de queda en Concepción que se extendió a las poblaciones de Talca, Cauquenes y Constitución. En Talca, el lunes los habitantes desesperados gritaban frente a los supermercados: "Queremos comida, queremos comida".


En la costa y en las islas adyacentes al continente varias poblaciones devastadas por el tsunami que siguió al terremoto seguían esperando la ayuda y reclamaban por el estado de abandono en que se encuentran. El ministro de Defensa, Francisco Vidal, aceptó que la Marina incurrió en "un error de predicción" al descartar la posibilidad de un tsunami tras el terremoto que el sábado causó más de 700 muertos y dos millones de damnificados en el centro y sur del país.


La tragedia reveló con crudeza el desafío de inequidad social en Chile”, reconoció Clarín, que agrega: “Y lo que desnudó esta tragedia es la profunda división social que aún persiste en Chile a pesar de todos los esfuerzos realizados durantes los últimos 20 años por los sucesivos gobiernos de la Concertación. El primer gobierno de Patricio Aylwin logró sacar de la pobreza a casi un 30% de la población sometida a la miseria durante la larga dictadura pinochetista. La tarea continuó en mayor o menos medida en los sucesivos gobiernos de Frei, Lagos y Bachelet. Sobre todo, se vivió un importante crecimiento macroeconómico que permitió incluir en la economía a amplias capas de la clase media baja. Pero no fue suficiente. En los tres últimos días miles de personas de las capas más desprotegidas, que en su mayoría dicen las encuestas votaron por la Concertación, ahora se lanzaron a un pillaje inusitado. Piñera asume la próxima semana con el enorme desafío de afrontar un país colapsado con daños materiales por 30.000 millones de dólares y una división social que no se había expresado tan crudamente hasta que la tierra comenzó a temblar poco antes de las cuatro de la mañana del sábado.”


Dos conclusiones en lo inmediato. Lo ocurrido en Nueva Orleáns y ahora en Chile nos demuestra que no existe el mundo perfecto. No sólo por la acción violenta de la naturaleza sino también por las falencias de las reacciones gubernamentales. Si a esas dos catástrofes le sumamos la de Haití, son inocultables las palabras de elogio que han ofrecido en el extranjero a la rápida y eficiente acción solidaria del Gobierno argentino ante la emergencia humanitaria. ¿Quién dice que estamos aislados del mundo?

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