Al igual que con los anuncios del inminente colapso energético, la oposición hace algunos años viene anunciando que la Argentina deberá, en un futuro incierto pero próximo, importar leche y carne.
Biolcati aprovechó el tiempo electoral para volver a anunciarlo, lo tomó De Narváez, lo reiteró Atanasof y ayer lo repitió Part Gay mirando fijo a la cámara de TN. Como le dijo Carlos Heller al candidato Lilito, eso no es más que “terrorismo”.
El terrorismo es el uso sistemático del terror para coaccionar a sociedades o gobiernos, metodología utilizada por una amplia gama de organizaciones políticas en la promoción de sus objetivos (Diccionario Merriam-Webster )
La cuestión es que para marzo pasado la producción de leche fue un 6,2% mayor al mismo mes del 2008 y, además, en el período enero-mayo del presente año las exportaciones lácteas subieron un 11,5%. Que el negocio no debe ser tan malo, lo indica la inauguración, el pasado fin de semana, en San Martín de las Escobas, Provincia de Santa Fe, de la primera planta con que cuenta en Argentina el grupo vasco Kaiku, cuya razón social en el país es Tinas del Sur SA, y prevé una producción para este año de 4.200 toneladas de queso de diferentes tipos, con una facturación de 13,2 millones de dólares. Kaiku cuenta en Argentina con 64 trabajadores, de los que 58 operan en las renovadas instalaciones, homologadas para exportar a más de 30 países.
Respecto al tema carnes, podemos decir que es un fenómeno directamente vinculado a la expansión sojera, que robó tierras a la producción ganadera, arrinconándola en algunos casos en tierras marginales y en otros favoreciendo el desarrollo de los cuestionados feed-lots.
Un trabajo publicado recientemente por Eduardo Basualdo y Nicolás Arceo destaca que el proyecto económico desplegado por la dictadura del 76 “dio lugar a la fase de liquidación de ganado vacuno más prolongada y profunda de la historia argentina”. Entre 1977 y 1988 de 61,1 millones de cabezas se pasó a 47,1. Motivo: el mayor rendimiento de las colocaciones financieras, que también afectaron a los rendimientos agrícolas del momento. Durante la década neoliberal de los 90 el stock ganadero continuó cayendo, aunque en forma más moderada, hasta el punto dramático de la explosión del modelo en el año 2001.
Con la recuperación iniciada en el 2003, aumentaron los niveles internos de consumo (aumentó la demanda interna) y los precios internacionales se recuperaron. No obstante, la rentabilidad de la soja siguió siendo una gran competidora, que le arrebató a la ganadería 14 millones de hectáreas. De ahí la necesidad de la intervención del Estado para regular una anormalidad que puede ser muy perjudicial para la sociedad toda, más allá de las inmediatas ganancias extraordinarias de algunos productores agropecuarios.
Para ganar rentabilidad, los ganaderos pretenden que el Estado no intervenga en el mercado y que el precio internacional regule los precios internos. Lástima que los salarios de los argentinos no están a niveles europeos. Pero ellos hablan del lomo a $90 o que la población reduzca el consumo de carne. Trisoja transgénica para todos! Por su parte, el Gobierno pretende regular las exportaciones para evitar el traslado de precios. Entonces los ganaderos pierden expectativas y no invierten en aumentar el stock. De allí la necesidad de las retenciones, fundamentalmente a la soja. Esas que tanto combatieron el año pasado.
Hoy podemos ver que el precio internacional de la carne creció 32% en el primer trimestre del 2009 y el desarrollo de los feed-lots está en pleno auge. Consultado por el diario La Opinión de Rafaela (Santa Fe) respecto de la posible compra de carne en el exterior, Miguel De Achával, director de la Cámara Argentina de Feedlot, le dijo a este diario que "acá no se va a importar carne nunca, eso es un verso". Además, "cada vez hay más hacienda en los feedlots debido a que no hay más campos y porque es la forma más rápida y uniforme de generar carne".
En fin, igual que con la “crisis energética” y la inseguridad. Cuando no hay propuestas hay terrorismo.
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